lunes, 16 de enero de 2012

Te regalo mis palabras

Como aquella puesta de sol que ahorita amilana y emociona mi corazón; de otro lado la excusa perfecta para declarar/te una vez más mi amor y mi cariño por estos dieciniueve tiempos de idas y vueltas, de triunfos y fracasos de dualidades hechas composiciones de vida que muchas veces no queremos, abrazamos y detestamos.

Aquel año noventa y dos, fue especial; casado con tu madre, terminé de publicar aquel libro/objeto autobiográfico de respuestas extremas y resultados insospechados, la Agenda Rock también dio su único y extraño paso -ya no más-.

La "U" también campeonaba con aquel superequipo de la era Nicolini (hoy tiene un reto con el destino y la historia, oportunidad perfecta para torcerle el cuello a las estadísticas y a nuestra idionsicracia perdedora).

De acuerdo, fuiste la reinita de la casa, la primera nieta, la primera mujer de un clan dominado -aún- por el patriarcado y un gobierno familiar machista por excelencia.

Tus cachetitos tiernos, tus ojos inmensos, tu figurita de conejo tambor, el primer prekinder "Sagrado Corazón de Jesús" frente a una de las tantas casas donde moramos en nuestro único barrio heredado desde nuestra estoica llegada del lejano Chaclacayo hasta la urbanización donde un día muy lejano las vacas pastaban en un campo semidestruido por albañiles jugando pelota sobre lo que sería el parque "San Carlos del Pinar", obra viva de mi madre y un grupo de corajudas/ combativas madres de familia de este cálido lugar.

La primaria llegó de un salto -donde ahora tu hermanita retoza, aprovecha y pierde el tiempo como todos lo hicimos alguna vez en esa fresca etapa de la vida-; te gustaba estudiar y ser amiguera; la secundaria en el colegio de al frente en Salamanca, y tu final de bandera con el discurso promocional de despedida ante tus compañeros, los profes y la buena madre Nuria.

La universidad por tu promedio de tercio estudiantil; pero por un tiempo nomás hasta que el trabajo te obligó a discurrir por distintos distritos para una empresa que te dio la oportunidad de aprender más de la vida con sacrificios insospechados que tendrán su recompensa.

La fotografía será tu ensayo o parte de un oficio por desarrollar, eso solo tú lo sabrás.

Así entre tus enamorados que llegué a conocer sigues experimentando y sabiendo que el amor puede y duele también.

Ya eres una linda mujer que atrae las miradas y que sabe que existen muchos proyectos y caminos por recorrer.

Adiós no es para siempre porque pronto nos veremos para abrazar tus años intrépidos, tus años dolientes, tus años expectantes.

Un nueve de noviembre de mil novecientos noventaidós llegó Isaboe Astrid para alegría nuestra, para conocer al mundo, para vivir y sobrevivir, para tratar de ser feliz -como todos-...



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