martes, 24 de enero de 2012

la veinticuatroava puerta

Extraño es el pasadizo que hoy trasunto, gris, oscuro, se vuelve contra mí, los fantasmas del pasado se parecen a una película de Alfred Hitchcoock que ahora golpea mi alma y mi corazón sin la mayor piedad.

Del blanco al oscurantismo más tenebre, yo creía, solo creía, no puedo cambiarlo todo aún.

Regresiones, abrazo con mi niiña mutante, mi anhelo cotidiano es procurar que no esté triste, que la vida es muy bella para que sus cortos años no jueguen a lamentos convivenciales, que el destino está por tocar nuestra puerta.

Nadie merece un purgatorio anticipado, menos visitar los círculos infernales que el alucinante Dante creó en su ingeniosa imaginación para nosotros, los creyentes -practicantes o no- condenados por nuestras propias aberraciones y miedos enquistados por nuestra mucha o poca fe, por nuestra locura ciega; los agnósticos tienen sus propios laberintos existenciales (yo también).

Creer que todo pasará, redimirme de mí mismo, darle vuelta al maldito carrusel, dormir sin meas culpas, abrazar la mañana siguiente, borrar la antigua cuenta.

Así viajaré hacia mi misteriosa misión, sin un sol en el bolsillo escaparé de cuanta profecía anunciada por aniquilar todo proyecto que me estremezca de un tirón.

Apagaré toda señal de transimisión para empezar otra vez desde cero, jugar sin concesiones triunfalistas en mi ludo mediático, se acaba el mes, te espero sentado en la misma banca de siempre, aunque llegues tarde te recibiré con mi mejor sonrisa, con el corazón entregado, con la respuesta que extermine todo atisbo de insanía, estréchame tu mano para indagar cómo acaba esta historia, ojalá lo supiera...

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