lunes, 31 de mayo de 2010

El último día del quinto mes

Se va como las pelusas de aquel diente de león que algún ayer soplé en el malecón de Chaclacayo.

Ayer medio día de sol en espejismo y hoy frío perpetuo como el silencio de tus labios sellados por el miedo y la duda que generan mi presencia un tanto absurda, otro tanto extraña.

Los amanceres han sido aciagos últimamente y el eco de tus latidos ya no suenan más por este barrio de jubilados atrapados en el pasado y de niños que no saben si existirá algún mañana jubiloso.

Hay tanta gente en mi larga lista de contactos, mudos, sordos y ciegos son los que abundan, son pocos los que se atreven a mostrarse, escribir cuesta.

Cada mañana es una maldita película repetida, la misma escena, la misma rutina, el mismo despertar, el cielo semioscuro refleja la tristeza de tu corazón compungido y el de tu alma en estado de coma.

Apurar un cigarrillo every day, es una muerte lenta y un desayuno nefasto que tengo que agradecer al dador opresor.

Cada noche como costumbre de monje escritor, ingreso al cybermundo de mis recuerdos, de mi pasado, de mi presente condenatorio.

Hoy ha sido un día más en la cantera laboral, los seres -como yo- transitan en el desasosiego y esconden sus miradas esquivas lejos de la infernal maquinaria productiva.

Cierro el telón y como el último acto de la noche, como homenaje póstumo al Círculo Solidario -quien ha anunciado su muerte pública- a don Kique, responsable del trabajo de años de editar historias, mensajes, anécdotas, artículos relacionados principalmente con su alma máter (de la cual no todos tenemos la dicha de tener una).

Va dedicado este encierro textual que quizá no tenga ninguna dirección, solamente palabras lanzadas al ruedo, a la arena, a las tablas, al escenario virtual, o simplemente como pétalos de flores marchitas arrojadas al viento, al río de tus caprichos más escondidos, a la tumba del soldado sin nombre, en tu honor, ¡el Círculo ha muerto, viva el Círculo!

Salud por eso.

sábado, 29 de mayo de 2010

SÁBADO VEINTINUEVE

La noche está cayendo -al menos para mí-, hace tanto frío, la jornada laboral concluyó hace varias horas, la incertidumbre reina permanentemente desde unos seis años, la suerte sigue echada y aún no logro torcerle el cuello a la realidad, a mi realidad.

Tras algunas botellas de cerveza bebidas con los patas de la chamba salí al encuentro de mis hijas, la comida de rigor, la conversa al paso, caminamos varias cuadras para pasear alguito y contribuir con la industria pirata de este enigmático país.

Regresamos a mi búnker, mientras caía rendido por el agitado día; Luana veía su 'Alicia en el páis de las maravillas', Isaboe se marchaba a la casa de su mamá para esperar a su enamorado.

Transcurrido el tiempo, los mensajes apurando para llevar/la a casa, el frío y la posibilidad de contraer alguna enfermedad es la prioridad.

-Chau hijita, te quiero mucho-, nos dimos un fuerte abrazo, la dejo y me marcho, un postrecito con su café más para acabar con la noche.

Entro otra vez a mi mundo interior, a revisar mi correo, Ivette es siempre un rayo de luz en la oscuridad de la noche, su presencia me revitaliza y me impulsa a sentirme menos estrecho, más yo mismo, la quiero un montón (no tiene ni idea ella de cuánto).

Ahora estoy culminando mi tarea diaria, el último escrito de la noche, ya estoy más que cansado; ayer jugamos un partido de fulbito con los 'tíos queridos' y el fulvaso inevitable escapatoria con la conversa intensa llegué pasada la medianoche más algo de cable para rendirme totalmente.

Estuve/estoy con fatiga muscular, los calambres me atacaron, mañana un último partido de práctica, no tengo muchas ganas de ir, domingo es para descansar no para seguir desgastándose.

Ya termino, estoy muerto, finito.

lunes, 24 de mayo de 2010

LA PICHANGA

Rueda el balón, los jugadores corren en disputa de la redonda, nada importa en este momento, solo cuenta jugar a lo que más nos gusta, atrás quedaron los problemas, evadirse resulta reconfortante, pelotear es lo que importa ahora.
Una hora casi sin parar –para sacar físico, quemar grasa, matar odios y rencores, alimentar el espíritu-, está bravo, solo esperamos que el esfuerzo contraiga satisfacciones plenas y alegrías mediáticas.
Ya estamos mejor que la primera vez, unos meten más que otros, la carretilla de rigor para que no pase –de ser posible tanto el rival como la de cuero-, la atajada felina, la gambeta emocionante, la jugada de fantasía, el pase creativo, la patada al gol.
Renegar es imposible evitarlo, el goce por la anotación es la ganancia individual como colectiva y el triunfo es una chela heladita esperándonos a la salida de la cancha.
No somos tan jóvenes ni tan viejos, con la aceptación de nuestras virtudes y limitaciones emprendemos este nuevo reto, en conjunto, en equipo.
Vamos que vamos, sigamos con lo nuestro que esta temporada podemos hacerla si el destino es propicio y la suerte no es esquiva.
El timbre ha sonado, la hora ha caído, el partido ha concluido, las luces se apagan, hasta el próximo partido.

La verdad duerme a cuestas

Esta vez no habrá claridad en mis palabras

que podrán ser desperdigadas en el nebuloso tumulto de lo indescifrable

parafraseando al vate trujillano: -"Hoy me gusta la vida mucho menos

pero siempre me gusta vivir."

Podré tomar/me un receso, una tregua, un descanso, una pausa, un paréntesis,

un breack textual y las ganas de ensimismarme en la lejanía de mi temática

inconclusa seguirá latiendo a pesar de falsos entendimientos o bocas

que no quieren pronunciar ecos envolventes vestidos de intriga y reserva.

La ironía a borbotones puede causar estragos así como motivar una sonrisa larga

entonces en este diálogo que unas veces puede resultar diáfano u otras tan oscuro

como la frialdad de esta noche sin estrellas ni luna que contemplar

la oportunidad resulta propicia para componer un bolero cantinero, un rocklento

entrañable o un blues desgarrador que ha de morir en el último trago pensado en ti.

Así vuelvo a reincidir en lo que ya está escrito como viejos discos de acetato

que esperan que los rescaten del olvido polvoriento y lastimero.

Vago en círculos y no quiero hacerme bolas de nieve, las mismas que nunca he de ver

por ahora me dejaré llevar -como siempre ha sido mi vida- por el trémulo viento

del norte, vegetaré entre cientos de películas mil veces estrenadas, sintonizaré

a la misma hora la misma radio y subiré a mi ático para cantar

el cantar de los cantares aunque me pierda en el vacío infinito

que hoy habita mi corazón.

sábado, 15 de mayo de 2010

viernes catorce, más bien viernes trece

Regresé de andar una tarde de tantas con Lucho (y su hermano Renato) –uno de los pocos y verdaderos amigos con que cuento- y la verdad que tal vez suene a falacia para unos, para mí es un enigma más a mi cuestionada y mediana vida.

Las cervezas que tomamos nos alegró en sobremedida la tarde que ya se fue; retorné a mi casa cansado y algo maltrecho por los ingentes vasos del espumante líquido, la cosa no quedó allí, apenas entré a mi guarida el baño fue el primer sitio donde fui a parar, las nauseas repentinas desembocaron en un ‘huayco’ improntu y el almuerzo aún no digerido se fue por el trono –en este caso celeste-.

No estaba mareado ni nada de eso, pienso que mi alicaído estómago me está pasando la factura por los avatares de mi desordenada existencia y por lo poco que lo estoy cuidando últimamente.

Entre la televisión y mi sueño a medias llegó Isaboe, venía a recoger un encargo para Luana; okey, hasta mañana no sin antes balbucear que mi celular se quedó en el carro de Lucho (por si quieren comunicarse conmigo).

Así se marchó y entre ese lapso de tiempo escuché unos quejidos, más bien gruñidos que no se asemejaban para nada al llanto de un niño; abajo en el primer piso vive una familia –de inquilinos- desde hace unos seis meses, son tres: Elizabeth, Ángel y Angelito (el niño en cuestión).

Ahora que me duele un poco la cabeza, pienso y vuelvo muchos años atrás -cuando tenía unos siete años más o menos- era muy de mañana en nuestra última casa en Chaclacayo (llegamos a vivir en tres casas distintas); yo estaba durmiendo solo de espaldas –contra la entrada del cuarto- mirando hacia la pared, cuando sentí una mano que me tocó la espalda; volví repentinamente para ver quién era, no había nadie, lo único que vi y escuché fueron unos pasos invisibles que crujían el viejo piso de madera de la casa, los mismos que se iban perdiendo hacia el balcón que daba con el frontis de la casa frente a la carretera central.

Me tiré como un relámpago a la cama de mis viejos, desde aquella vez nadie más volvió a dormir en ese cuarto que posteriormente quedó cerrado para ser usado como almacén.

Años más tarde mi mamá me comentó que en ese sitio se escuchaban ruidos extraños y
–a manera de leyenda oscura- que en la casa alquilada donde vivíamos una persona murió ahorcada muchos años antes.

¿Porqué cuento esto?, porque los quejidos del niñito no sonaban normales, parecían de alguien extraño, diferente, no correspondientes con alguien de su edad, se sentía como si estuviera en un trance de posesión, insólito, hasta escalofriante –diría-.

A los pocos minutos llegó Ángel de la calle y tras una breve pero agria discusión se fueron abruptamente pero sin el Volkswagen de ellos (ahora yo alucino: ¿al médico, al psicólogo, al psiquiatra, a una mesada, al cura, al curandero, al chamán, a una limpia, a exorcizarse?).

Se me quitaron las ganas de dormir y lo primero que hice fue tratar de contarle a alguien, el internet está fuera de combate, lo único que pude hacer es escribirlo en este archivo temporal.

Al final llegué a comentarle lo sucedido a mi mamá que entre sorprendida y escéptica sugirió que esté atento con lo que pasara allá abajo y que los observara.
(¡Vaya!), me sigo doliendo la cabeza, ya termino este relato inédito y controversial.
Trataré de intentar nuevamente entrar a la red, es tarde, guardo y me voy, me marcho ,no hay para más por hoy.

¿Realidad o ficción?, saquen sus conclusiones.

lunes, 10 de mayo de 2010

lunes otra vez

Era el tema que escuché a inicios del ochenta y no necesariamente el mejor del dueto argentino(tal vez el más lánguido).

Hoy es un día cualquiera y como tal a la rutina diaria, ¡qué cansancio y qué flojera levantarse temprano! para laburar con un cielo grisáceo -ni el mayor asomo del astro rey- y apurando el paso que es menester hacerlo si no el día se complica.

Palitos chinos fue la tarea de hoy, avanzamos sin mayores contratiempos, se cumplió con la cuota, damos paso al grupo de la tarde, dejamos a los muchachos y a la repiquietante cumbia radial, hora de cambiarnos y darnos prisa para la fuga del chacal.

Nos fuimos, hay presencia calurosa allá afuera (el verano da sus últimos manotazos de ahogado frente a la arremetida otoñal), mochila en mano voy llegando a la casa de mis hijas; recojo a Luana para llevarla al mercado y de allí a mi casa.

Algo para preparar/me un chaufita, emoliente y un heladito para mi acompañante; ya estamos en la casa, saludos a los viejos, mi hija se queda en la compu con sus juegos en red yo a cocinar el chaufa de pavita, lavar el servicio de anoche y terminar de refregar la ropa remojada.

Ya está listo, a comer con su taza de infusión para bajarlo bien.
A mi cuarto para 'zappear' un rato -el cable está arreglado, Isaboe fue la gestora-, termino la película que dejé pendiente, más fútbol, cabeceo un rato.

Despierto sobresaltado, debo calentar la comida para Luana (debe tener hambre), retomo la televisión un poco antes de partir para dejar a Matilda -ya son las nueve-, ya es tiempo.

Salimos raudos no sin antes despedirse de sus abuelitos (mañana saldrá con la mamá Pinta a visitar a su primita Lucianita, tiene que sacarle el jugo a su semana de 'vaca'), ya estamos en su casa, besos y abrazos de despedida.

Vuelvo a mi 'jato' para comer un poco, envasar mi almuerzo para la chamba, huevear en el cable y luego a revisar mi correo, hay noticias de Ivette -como siempre- su presencia es reconfortante para este viajero textual.

Revisiones finales en el Fb, y cierro el telón con unas tecleadas en el blogger, ya está terminado, no hay nada más que decir, debo concluir.

I don't like monday.

domingo, 9 de mayo de 2010

domingo de madres

Después de muchos días salió el gringo y calentó algo el alicaído cielo limeño.

Descansé más de la cuenta, la noche anterior me desvelé viendo películas clandestinas en el DVD más la dormida algo reparadora, justa y necesaria para recuperar/se del largo trajín laboral; luego de la limpieza dominical con Harrison y los Héroes del Silencio salí al mercado a hacer las compras de la semana y a ver algo para mi viejita.

Las flores, las rosas por las nubes, unas cuantas bastarán para ella, no podré regalarle un vivero pero lo que cuenta es la intención y no la magnitud o la ostentisidad; algo lejano a mis posibilidades reales.

Pasado el mediodía, mensaje a Matilda: -estate lista, paso por ti a un cuarto para la una.

Ya es la hora, mi flacucha hija linda, cándida y fresca como un botón en flor, acorde con el día especial.

Solo voy con ella (esta vez se queda la mayor, no se puede, no depende de mí), retornamos a la casa, besos y abrazos para sus abuelitos.

Arrancamos como siempre es costumbre, a la hora fijada, con los obsequios para la esposa de mi hermano, llegamos.

Su departamento es moderno, amplio y en una zona residencial, sorteamos el tercer piso; el timbre de rigor, el saludo presidencial y los regalos a sus manos.

Mi cuñada nos recibe con la sonrisa de película, es la estrella de su programa; subimos al dúplex para instalarnos en su cómoda sala de estar, la pantalla monumental para entretenernos hasta que llegue mi hermano con el almuerzo para llevar.

Un piqueito de maní, queso a la boca más algunos vasos de gaseosa para hacer hora y entretener el estómago hasta la llegada del gran combo.

Llaman a la puerta, ¿quién será?, son un par de mongos...no, son los hijos de mi hermano más su cuñado y cuñada, hermanos de la anfitriona.

Pasada una hora llegó mi hermano con el almuerzo esperado, te encantalá, chifa pue.

Así van desfilando -frente a nuestros ojos- cerca de ocho platillos diferentes puestos en la mesa de la terraza listos para ser engullidos por los convidados a esta reunión por la madre y sus cachorros.

Los grandes en la mesa principal, los chicos en la mesita dispuesta para sus pequeños cuerpos.

A servirse para darle curso al expediente pero antes un brindis con Riccadona heladita; las palabras y el salud de mi hermano, ahora sí al ataque.

Un poco de aquí, otro de más allá y algo de acullá (el que se queda es un monse), todos saboreando la culinaria cantonesa, el que habla mucho pierde pues la hora de comer se ha hecho para batir las mandíbulas y la conversa para después de haber saciado el hambre.

Luego del combate a recoger los restos de la batalla para ser arrojados los desperdicios y lavados los cascos.

Un poco de fútbol mundial para bajar los alimentos, el postre está presente: tortita del cumple de mi sobrina más heladito para endulzar el festín.

Los niños juegan Monopolio con mi madre, nosotros seguimos con el deporte que apasiona multitudes, otros conversan por allí, algunos corretean.

Ya han pasado las horas, retirada, hasta la próxima (debe ser para el día del padre), las gracias totales a los anfitriones.

Nos vamos tal como venimos y dejamos a mi pequeño ponny en la casa de su vieja: -mañana nos vemos hijita.
-chau papi.

Ha finalizado el día, nos introducimos en nuestra madriguera para descansar, yo para terminar de hacer las tareas domésticas que había dejado pendiente.

La noche comienza y dejamos atrás la reunión, el compartir, el departir, la celebración, la excusa para juntarse y distendir tensiones; ¿si no qué serían de nuestras insignificantes vidas sin encontrar motivos suficientes para hacer una pausa justa y necesaria o dejar que la monotonía y la rutina nos gane?


Apago el computador.

sábado, 8 de mayo de 2010

THE DREAM NUMBER NINE

Desperté de una noche a medias, tras caer agotado viendo una de las tantas películas piratas;

me dejé llevar por el cansancio, la fatiga, el estrés, la desidia y sin más ni menos

fui envuelto en los anestésicos brazos oníricos de Morfeo.

Otro día más sin cable -y sin internet sería la muerte misma-,

nuestras miserables y pequeñas existencias son como ratones que necesitan su queso

para no perecer por las carencias, por las necesidades inicialmente superfluas que ahora ya

no lo son más y se han convertido en factores fundamentales, imprescindibles, planteados

por la modernidad y la tecnología; inventos grandilocuentes vitales para el desarrollo

y la evasión; sin ellos estamos perdidos, condenados al sedentarismo voraz y al vegetalismo

sin remedio alguno.

Miré al espejo, había un tipo somnoliento, delgadísimo, parecía un vampiro, un loco con los

ojos desorbitados, con una eterna palidez espectral con ganas de volver a la vida,

expectante, trémulo, quién sabe...

A la máquina de hacer historias, a viajar por enésima vez por pasadizos extraños y tal vez

encontrarse con algún que otro paseante perdido en el mismo camino intrincado/intrínseco

que tomo esta vez.

Leí tu encomienda textual, muy sentida y conmovedora; muy a tu estilo, muy tuya.

Ahora voy a estar un rato por allí, otro tanto por allá, así es mi transitar

y no puedo evitarlo; la noche exije nuevas víctimas y Demon Nights acecha con su mirada

filosa, palpitante, inquietante, furtiva, tenebrosa e insospechada.

Dejo a él acabar con esta miniserial, como ya es una buena e insana costumbre, aquí no hay

paraísos perdidos ni happy ends para aplaudir o secarse las lágrimas.

Final del espisodio, es hora de partir, something in the way, she shows me...

jueves, 6 de mayo de 2010

CONFESIONES DE OTOÑO

En una realidad tan abrumadora como la vida misma, en cada mañana que camino por paisajes desolados y agrestes; en mis regresos agonizantes del trabajo, en todas mis derrotas y mis días solitarios me parece mentira que tenga a alguien como tú para esperarme -casi a diario- en la vereda de al frente; simplemente me pellizco y pienso que no es cierto que estés allí aguardando cada entrega que la trato de hacer con todo mi empeño, con el corazón desnudo y vulnerable, tanto así que me imagino que estoy viviendo una historieta, que yo soy el protagonista, el antihéroe, el hombrecillo que está atrapado en la cuerda floja y vive al borde cada día que amanece y cada noche que cierra su miserable existencia.

Ante toda esta pesadilla interminable apareces tú y -yo mismo lo confieso- es una de las pocas cosas buenas que he hecho últimamente, buscarte, hablarte, saber quién eres ahora y en realidad a pesar de la inmensidad de la lejanía, de la brecha, de las diferencias que existen entre tú y yo, de la vida que se ha encargado de establecer situaciones extrañas y lugares comunes; puedo conversar/te, escribirte, sonreírte, enojarme, extrañarte, confiar/te, compartir/te, sentirte -virtualmente- y tenerte tan cerca que cada entrega tuya enviada por el cartero Yahoo me hace sentirme vivo y
-porqué no decirlo- alguito cercano a ese espejismo llamado felicidad.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Las patitas, el buffette criollo, el día de la madre y el clan Wimpón

(esta es una entrega retrasada, debió llegar a tus manos el martes a más tardar, problemas, obstáculos, ¡ah! y mi inesquivable castidad informática más el sistema falible fueron la causa de la demora y lo peor de todo que ya no va a ser lo mismo pues los bocetos mentales se pierden y las instantáneas que estuvieron frescas en su momento ya se han resecado, retomarlo otra vez, casi empezar de cero cuesta recordarlo todo desde mi posición subjetiva, disculpen pero la vida no es perfecta y hay que convivir con eso hasta que se me acaben las ganas o ya no tenga nada que contar…)

Amaneció soleado, -diría muy caluroso- como han estado estos últimos días de este verano que agoniza para dar paso a los días grises, las ventiscas y los amagues de lluvia caprichosa, propios del otoño limeño.

Me levanté no muy temprano -estaba cansado del laburo así como del día anterior por la empanzada con mi familia, por el 'santo' de Jose-, hice la limpieza dominical y las compras de la semana en el mercado; el vívere para la canasta y el regalo prometido; en especial todos los ingredientes para preparar el escabeche de patita que valientemente me ofrecí.

De regreso a casa, un desayuno al paso y a comenzar la faena; debo ser hidalgo en aclarar que yo tenía mi estilo y mi forma de cocinar este chanchudo plato.

Para esto ya habíamos ganado tiempo con las patitas, le habíamos sacado la michi en la olla a presión y ahora solo restaba embarcarse con el proceso en sí.

Mi señora madre se ofreció voluntariamente y me dijo que la manera correcta de preparar tan particular potaje era con su fórmula secreta; la misma que tomé nota y manteniendo los ojos bien abiertos me gané con sus ‘secretiños’.

Lo hizo rápido con la precisión de un reloj suizo ya estaba listo el combo, en dos bolos grandes las condenadas patitas se mostraban jugosas, humeantes y listas para meterle cuchillo.

Así pasaron las horas, ya eran las doce y cuarenta cinco, hora de recoger a las powerpuff girls; Isaboe y Luana no estaban del todo listas las modelos de Habacilar pues les faltaban los retoques en Photoshop.

Ya vamos y cueteados trepamos al bólido de Henry Bradley y mamá Gansa, es decir Kique y Pinta antes que me diga: no soy yo cuando me enojo…

El tráfico estaba libre y llegamos en menos de veinte minutos a la casa de la tía Mery.

Desde la entrada: becho y abacho; en la sala becho y abacho; en la cocina, becho y abacho; y en el jardín interior más becho y abacho.

Dejamos nuestra patita por encargo y poco fueron llegando el resto de la familia con sus respectivos pertrechos comestibles.

La dos de la tarde, la comisión Sudáfrica 2010 estaba deliberando para ver cómo arrancábamos la reunión.

Primero el brindis: sendos vasos de Boones heladito –un gentil auspicio del Ángel de la Guarda- ya estaban en las manos de los concurrentes y para los femitos y los niños, la gaseosa de sabor nacional (donadas por la corporación José R. Lindley y Joselito Wong).

La voz cantante, el discurso de entrada, de bienvenida, recayó en el patriarca –mi viejo, EWC- y tal como lo remarcara él mismo, es el único de los concuñados que queda aún en pie.

El elogio perpetuo al matriarcado Wimpón por su unidad, solidaridad, el cariño y su capacidad organizativa que se tienen las hermanas; lo que ha permitido que esta buena costumbre perdure y se mantenga este tipo de celebraciones por más de treinta y cinco años casi ininterrumpidos, todo un logro.

Llegó el momento de la verdad, el desfile de los platos criollos para el tan esperado almuerzo.

Para los niños y las convalecientes, arroz con pollo muerto: una gentileza de Lique Wimpón y por la tía…
Para los grandes: causa de anchoveta de Mar Bella por Renato Arana; sangrecita RHO positivo de Lucho Sayán (quien tuvo que retirarse improntu por ‘urgencias ciclísticas’); olluquito sin charqui de Víctor Canturín; escabeche de patita de Babe por Willy Wong; tamales verdes y marrones hechos…perdón, encargados por Jose Wong; seco de res viuda por los hermanos Yaipén (Lamarque), Lucho y Jorge; cau cau de librillo y cuajar hecho por Aldo Wong; frejolazos canarios en punto de sopa seca elaborado por César –Ceci- Barboza con su bicarbonato más; ajicito y rocoto partido a cocachos por Juan Carlos Aray (‘el chancha’) y el más laborioso de todos, arroz blanco graneadito por Walo -911- recargado y su chicha virtual.
¡Ah!, la crema volteada (no en Sao Paulo) por las hermanitas Guly y Kely Arana (Hi Hi Puffy Jami Yumi).

Conclusión general -por abrumadora mayoría- fue que todos los potajes estaban A1 y listos para presentarse como atracción en la feria gastronómica –Mistura- del gordo Gastón Acurio.

Un pisquito de Moro, bajativo de naranja y Bailie’s ‘chancheado’ por las chicas para entonar/se después de la masacre estomacal-hepática.

Ahora el programa homenaje/sorpresa –para las mamis- preparado por las chicas.
Era el turno de la gente menuda (disculpen si no me acuerdo de todos, la edad, simplemente la edad), así caminaron por la alfombra roja: Jose Alonso Wong, sus sentidas y entrecortadas palabras tuvieron un efecto bomba-lacrimógeno en la mayoría del Monumental; Nicole Arana, aventada –como ella sola- con su poesía clara y precisa; los hermanitos Tom y Jerry…¡no!, Renzo y Rodrigo Barboza, su participación fresca y jocosa alegraron la tarde; de igual forma –en un tono más púber- le tocó el turno a Fernando y Coquito Lamarque con las palabras directas a su mami; Gonzalo Rodríguez con su discurso iphone muy vanguardista e innovador.

Por los más grandecitos hablaron César Barboza con su etiqueta inconfundible de humor, desenfado pero con gran ternura y reconocimiento a su madrecita; Jose Wong no se quedó atrás y dedicó unas palabras elogiosas a su ‘jefa’ Elba Piña, más emociones que tocaron fibras a los más sensibles especialmente a la que derrama hasta lágrimas de caimán: la Óscar Rodríguez (fiel seguidor de Humberto Vílchez Vera: ¡no voy a llorar, no voy a llorar!)
Cerró el capítulo del programa el tío Juan Wimpón y su énfasis en la valoración inclaudicable a la madre durante toda nuestra existencia, los aplausos de rigor.

Luego la parte esperada por la concurrencia; el sorteo de las canastas, los regalos para todas las madres presentes y los taquicárdicos sobres rojos (para las lecheras: no hay sin suerte y para las otras a mascar pólvora).

Punto final y nota aparte fueron las cantadas de los japiverdeistuyus con su sopladas de torta (de maqueta ha de ser pues nunca la partieron) a los cumpleañeros de mayo: Pitty, Jose, ¿Ceci? (corríjanme) y Lucianita, vale.

Las actuaciones de la ‘infantería’ me hicieron hacer un flashback; entre fines del sesenta y comienzos del setenta, cuando se hacían las reuniones por el día de la madre en Chaclacayo, Jesús María, La Victoria…

Chani y Aldo bailando negroide a ‘pata calata’ mientras el recordado tío Lucho Lamarque Wimpón –in memoriam- arengaba y vitoreaba: ¡Vamos negro, echa Calambrito!...

…Mericita con su vestidito de ballet azulino brillante, creo que con lentejuelas, sus largas botas ¿blancas? y su coqueto moño bailando con los años de su inocencia el tema de los Ventures: Hawai 5-0.

¿Remember is live?, creo que sí; más bien debemos sentirnos afortunados en tener una familia como la nuestra, ¿quién se reúne y celebra como nosotros de la manera más entusiasta, entregada y emotiva? (homework).

El tiempo siguió su curso y entrada la noche –calabaza-, la repartición de los remanentes en bolsitas, tapers o en los envases, fuentes u ollas (calentao es más rico).

Las despedidas del caso, hasta la próxima –el día del padre, en junio- (esta vez le toca a las mujeres agasajarnos a nosotros, los padres de la patria) hasta entonces, a la misma hora y por diferente canal.

Dejamos a mis hijas –con sus tamales en mano- y de allí a la casa, entro a mi ‘dúplex’, caliento algo de comida, bajo a echarme en la cama para ver algo de TV, me quedo ‘seco’ y con la misma ropa puesta duermo el sueño de los justos, hasta la próxima.

sábado, 1 de mayo de 2010

Ensimismado en el fragor de la noche

El frío de tu lejanía me despertó, revuelto entre mis sábanas embarradas de olvido y desencanto.

Me levanté como cualquier noche, qué digo, madrugada; escribir vanalidades entre el baño, discurrir por la escaleras de la impaciencia y tomar al bajo mundo por asalto ya no es una casualidad.

Atrás quedó el día en las galeras, he escapado por algunos días del yugo laboral, mañana no hay que regresar a vestirse de zombie ni formar parte de la feroz maquinaria que compunge mi cotidaneidad, basta por hoy que mañana es feriado y la vida no alcanza.

Ha sido una tarde apacible con la más tierna, la que une mi tregua diaria y llena en parte mi pequeña existencia; hace algunas horas la dejé en su madriguera, es lo mejor que le puede tocar por refugio -por ahora-.

No hay silencio esta vez, las voces apabullantes de invasores vecinos perturban mis pensamientos nocturnos (habría que preguntarles a mis viejos si pueden conciliar el sueño); sin embargo trato de desconectarme de ellos y seguir en mi viaje prosaico.

La película quedó en el camino, la televisión es una compañía imprescindible, el cable una necesidad imperiosa.

Ya estoy por terminar esta breve travesía sin érase una vez ni happy ends mal digeridos, menos mal que comí algo, ya estuviera impaciente por buscar algún pertrecho comestible que sacuda de gusto mi maltrecho estómago.

Mientras unos beben y festejan la suma de un año más a su buena estrella, la ciudad descansa y yo sigo embuído en mis textos maltrechos, es así y no hay vuelta que darle.

No se marchan, los tragos surten efecto y la conversa se extiende más allá de lo soportable, incluso el pequeño inquilino está despierto y contribuye con estrangular a la calma que agoniza a mi lado.

Me tengo que largar, no puedo imaginar ni componer nada que tenga un mayor revuelo, estoy acabado.

Las voces penetran más allá de mi oasis solaz, el sistema quiere colapsar, ya tengo que terminarlo.

Mañana será otro día y fingiré estar vivo, iré en busca de mi otra extensión de vida.

¿Buenas noches?, malanoche, la mañana se avecina.