lunes, 16 de enero de 2012

La balada sin nombre

El fin de semana está cerca, las hordas amicales virtuales acechan y "Demon Nights" tras largos meses de ostracismo voluntario se sacude el polvo del olvido sin mirar atrás, la vida le alcanza y a un tiempo le llega al pincho; reaparece -reloaded- sin más compromiso que su solitaria existencia existencialista no pide nada a cambio, tan solo mide sus pasos dobles.



El silencio de la noche le conmueve, es su alimento y su perdición, ha de vagar incólume con su estampa perdida de lamentos cotidianos. no escatima en ataques clandestinos que muchas veces les resultan un lastre mediático que se pondrá al hombro cargados como poemas malconstruídos, irresolutos.



Mañana no es mañana y arrancar las infinitas voces malnacidas son geniogramas aburridos.



Pasajero de la noche, militante apátrida, deambula como un paria condenado, curando las costras que están pegadas a su doliente alma vagabunda, mira hacia el vacío y cae en HD por aquel acantilado invariable de tu dulce mirada.



Tiene varias identidades y solo él sabe cuál le queda mejor a su medida, al filo de la hora cantada tendrá que retirarse luego de sobrevolar ciénagas malolientes y paraísos artificiales.



La culpa es de su creador, al servicio de la oscuridad que lo convoca una vez más en nombre de la palabra sin dueño, volverá entre sus pasos para morir de a pocos, fiel a su estilo, acostumbrado a herir a blancos en movimiento, dormirá otro sueño equivocado, la luna no alumbra el verde pastizal, ya fue, ya se extingue de nuevo...



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