jueves, 21 de abril de 2011

Writting with myself: Los profesores que me enseñaron mucho, poco y nada ...(2)

Dimos el cambio, -el gran paso- tras cinco largos años de haber estado anclados en un colegio particular mixto que fue decayendo por sus valores trastocados y su pedagogía en franco declive más los problemas políticos que estaban acarreando importantes miembros de la plantilla profesoral (inventando un derivado).

Siempre en Chaclacayo, era el año de mil novecientos setenta y tres, ya en cuarto de primaria en un colegio de varones, el Winetka era particular, para muchachos de familias clasemedieras y pituconas -eso era por lo que se veía en los apellidos y los 'caramelos'; bueno, la verdad que no veía muchos chicos trigueños ni de tez morena, la Lima de antes no tenía los rostros de la migración y claro, antes había mayor segregación, separatismo, marginación y clasismo, los tiempos de la dictadura militar y el fascismo daban lecciones de estilo de vida retorcida a nuestra querida sociedad-.

Aparte de ello, llegaban 'joyitas' exportadas de colegios vecinos del Santa Rosa y Champagnat -de Chosica-; eran la crema y nata de los engendros expulsados de esos centros educativos (allí me comencé a dar cuenta que el poder del dinero compra hasta conciencias, sus padres pagaban más para que los acepten, ¿si no cómo?).

Por consecuencia la "conducta inconducta" era la etiqueta de este mi nuevo cole; los más pendejos, los más maleaos, los incorregibles, los repitentes, los más viejos, los prontariados; en suma, los más fuertes mandaban en cada salón que habitaban, algo así como un centro correccional para menores de edad.

Antes de que el entonces presidente de la República, -el tristemente célebre tirano y dictador general Juan 'chino' Velasco Alvarado- impusiera su uniforme único escolar obligatorio en todo el país; ya veía marchar a los más grandazos de secundaria (aún estudiaba en "Los Cedros"); ta mare que los veía viejazos con sus mamelucos verdes (parecían reos de prisiones juveniles) levantando la pata bien alto con sus 'chancabuques' (desde allí me gustaron los botines, recuerdo con gran nostalgia y profunda emoción mis primeros botines negros comprados en Bata Rímac, llevaban dentro una brújula y la suela tenían un montón de huellas de animales que se dejaban ver en la tierra, bacán ) llevando los condenados el pabellón bicolor...

Yo cursaba el cuarto año de primaria, me parece que éramos cerca de treinta y tantos muchachitos; como siempre en las pasadas de listas yo era de los últimos según el orden alfabético; el profesor Villar era un patita de pelo ensortijado con un bigotito tipo Leoncio Prado, de acento provinciano por su dicción con la L, la R y la S (siempre fui muy observador o fijón como quieran llamarle).

Me gustaba su didáctica, se dejaba entender, tenía paciencia, no era muy devoto de meter golpe, pero era firme y claro, tenía buen humor, nos trataba bien, aparte nuestro salón no era tan movido como otros que allí sí que les repartían rico; tanto el salón (quinto)de mi primo Beto donde les metían correazos a los más malditos con varias vueltas alrededor de la cancha de minifútbol, el salón de mi hermano Kique (primero de media) sí que eran joyas perdidas en el templo de la perdición.

Además el cole era también un internado; mucha gente que venía de Lima se quedaba 'practicamente encerrada' todo el día, qué fea wa, era como estar presos, algunos lloraban amargamente porque fuera de ello ni siquiera sus padres ni familiares le vistaban, estaban abandonados meses de meses, eran personajes tristes en verdad, yo los veía cómo me envidiaban cuando salía para la calle.

El próximo año antes de nuestra mudanza a Lima iríamos a estudiar a un mejor y más moderno colegio, esa es la historia que seguirá en la próxima clase, me arden mis ojitos pardos, a hacer la tutu memé..

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