jueves, 21 de abril de 2011

Sábado para tres ("La Gaceta Gargolera Sanjosefina y otras vainas")

Salí al filo de las ocho de la noche, llegó el día pactado y raudo en mundo/combi viajo hacia la Canadá con Aviación para practicar el 'lating' (lateo, caminata pues jetones).

Paisaje gris, las inmensas moles de cemento de la obra inconclusa del inefable 'zapatón' García quien por pactos diabólicos y la amnesia de la mass media le devolvieron la confianza para administrar nuevamente esta chacra -todavía generosa en recursos- llamada Perú (debería estar en el banquillo o incluso en la misma situación del japonés, el 'doc' y sus allegados).

Dejo de lado la bilis -por un rato- y ya estoy subiendo al mezzanine de Wong, el maestro "Poquito" de Vitto Cárdenas pianeando, absorto, concentrado, desconectado de su entorno, debe estar viajando libre por algún lugar cósmico.

Interrumpo su despegue para el saludo fraterno; se dispone a tocar varias piezas sugeridas por mí, ya son las ocho y treinta.

-Ella es brava, digna seguidora de la hora Cabana (hablaba de Ivette, la otra esperada invitada para el encuentro de esta noche).

La apuro con algunos mensajes celulares; -dice que ya está en camino, por la Vía Expresa, por Miraflores o San Borja (palomilla)-.



Ocho y cuarenta y cinco; se hace presente la diva de las dunas, la Cáceres,( hermana de "Morbison Morbis/ Sombrita/ Hormiga" Fernando Cáceres; quien estudió con 'el renacuajo de charco', es de su promo) -regia con su conjunto negro, es una femme fatale, bueno, es mi percepción-.

Glamorosa ella viene hacia nosotros su reino, -becho y abacho-.

-¿Aquí se puede tomar, qué tal si traigo unas cervezas? (Cusqueña para nosotros y vino para el pianoman).

Baja y sube en un santiamén con las vitaminas precisas, José se dispone a encandilarnos con temas que van desde Bethoven, Páez, Cross, Joel, Hornsby y el gran Piazzola magníficamente ejecutados por sus prodigiosas manos.

Concierto para una noche de otoño, no podemos quedar más que complacidos, es un placer invalorable para los sentidos.

Nueve y treinta: -creo que ya es hora de partir jóvenes del ayer, vamos saliendo, señala el maestro Cárdenas.

Se cierra el telón musical, el piano se cubre con su negro manto de cuero, bajamos hacia la salida, hacia la noche, Poquito rumbo a la marcación y de allí al cuarto chico.

-¿A dónde vamos?.

-Tú eres caserito, tú debes saber.

-Nancy, no conozco mucho por aquí.

-Ya, tomamos un taxi y por Rústica bajamos para encontrar un hueco, picar y tomar algo.

-Sale, vamos entonces.

Trepan los tres seres rumbo al lugar señalado.

-Puta, nos pasamos del Rústica, bajémonos aquí nomás.

-Manya, al frente está " Mi Carcochita", está bien ahí.

Así cruzamos la Aviación y antes de ir para allá anclamos al lugar de junto, "Don Guillermo" (anticuchería, piqueos y más).

Entre chelas, sangría, anticuchos, pancitas y salchipapas la noche se fue aderezando y así salieron a flote las anécdotas colegiales, la música que nos gusta, el momento político, la historia propia de cada uno, la vida misma...

La madrugada nos alcanzó y la calesa de regreso para calabaza; Ivette y José parten rumbo a sus huestes familiares, yo hacia el mío.

Despedidas inevitables para dejar descansar al cuerpo, no la mente, seguirá trabajando, pensando en los amigos que queremos, en la amistad nuestra, en esta cofradía gargolera que un día cualquiera -y sin querer queriendo como el Chavo- se encontraron en un rincón de la memoria y se dieron la oportunidad de fundir sus sueños y sus locuras atiborradas de la más insólita amistad que jamás hubieran pensado atesorar...

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