jueves, 21 de abril de 2011

¡ANTICUÁTICO!

Debo confesar que en determinadas situaciones cotidianas de la vida tanto mi estado de ánimo como mi carácter suelen variar y pueden oscilar entre alucinantes picos que podrían señalarme como un inocente osito de felpa -me acordé de Mario Cavagnaro y su clásica composición- o un visceral hijo de Shaolín (gracias Ivette).

Ayer, en unos de mis tantos recorridos por nuestra surrealista Lima ciudad mutante -malcrecida, donde las autoridades y políticos jamás les importó el estado en que ha devenido su historia-; monté como ya perdidas cuentas iinsalvables -por cierto- en una de estas misérrimas combis de la muerte/vida.

Así dieron las 8:45 de la noche, todo transcurría normalmente por la avenida Canadá pero es llegando al paradero de Palermo (cerca a Balconcillo) nos topamos con una 'batida' de inefables tombos carroñeros; la cobradora antes de que la ampayen, apuraba a los incautos pasajeros que habían depositado sus posaderas en unos asientos improvisados -los que están prohibidos por la norma-, para que se cambien de lado y se sienten en los asientos formales permitidos por la autoridad de tránsito.

-Apúrense -por favor- rápido que el policía nos va a poner una papeleta-; arriaba a los robóticos y sumisos usuarios como si fueran ganado de transporte.

-Eso sí está bien ¿no?, ¡solo cuando los tombos los paran esos asientos no valen y otras tantas veces como nos arriman para meter hasta cuatro pasajeros!! -intervení iracundo porque ando peleando con estos hijos de su madre ante tanto atropello por el vil servicio que brindan, aparte de ello me encontraron cargado...

-Oiga señor no se meta porque no es su asunto y respete la edad (la tía ni se imaginaría mis años); además está bien porque esos asientos son mi cutra ¡anticuático!

Los pasajeros que se encontraban dentro -escuchando el rincón del box- de la infernal máquina estallaron al unísono en carcajadas (al igual que el protagonista de esta urbana serial).

-Señora ya cállese sigue hablando y se hunde más; lo que pasa es cómo nadie se queja, nadie reclama -como el señor- tenemos que aguantar su maltrato, no pues, por eso es que el país está como está y nadie dice nada -intervino una pasajera aunándose a mi justo reclamo-.

Durante el trayecto me quedé pensando en lo que la cobradora quiso decirme en realidad; ¿anticuado, antipático, un poco de los dos, un híbrido que nada bajo el agua?

Un poco que mi cólera se fue diluyendo entre que iba sopesando mi reacción impulsiva más la pintoresca e insólita respuesta de una señora cobradora proveniente de un estrato sociocultural muy bajo que entre su sorpresa y nervios se vio acorralada ante mi 'sacada al fresc'o reaccionando con tan alucinante expresión (un choque de dos mundos inesperado en verdad).

¡Ay que país!, qué colorido, qué noche...

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