martes, 22 de febrero de 2011

Siete años en Chaclacayo

Esta vez -a la antigua usanza- inicio esta nueva serial de palabras abruptas

que nacen desde el silencio de esta noche veraniega

la sinfonía de los grillos del jardín (de mi madre) resulta conmovedora, la temperatura es agradable

viajo hacia mi niñez chaclacaína, estoy con mis pantaloncitos cortos (debo tener siete años)

afuera jugando en la vereda frente a nuestra casa de Nicolás de Ayllón 674 -frente a la Carretera Central-

(la casa crema de dos pisos con el techo cubierto de tejas donde decenas de gorriones viven también)

soy feliz cogiendo los grillos, quiero averiguar de dónde sale ese mágico sonido (no pienso matarlos, podría pero no)

cuando paso por el patio interior donde cuelgan las enredaderas de los blancos jazmines

el perfume emanado de la flor del té es un vuelo a los sentidos, añoro mi infancia, sueño con el regreso

-todos los días de mi ambivalente vida-, algún día no muy lejano sé que he de volver y enseñarle a mis hijas

a apreciar las cosas simples, a respetar a las personas humildes y sencillas, a aprender a convivir con la naturaleza

a amanecer con el fabulesco canto de las tortolitas y cuculíes

a despertarse muy tempranito para ir al establo y ordeñar las vacas -si el 'maestro' está de buen humor-

a correr y dar inumerables vueltas alrededor del parque central (tan lleno de historias nuestras)

a montar bicicleta sin parar, subir y bajar las cuestas, a subirnos a los árboles de pacaes para llevarnos algunos

(si es que los hay todavía)

a volar cometa en el malecón, junto al río y correr como locos sintiendo el viento correr por nuestros sudorosos rostros

a visitar los pocos amigos que quedan para departir con ellos y darles un abrazo incontenible

a llevarlas de la mano y caminar por los colegios donde estudié

a querer la tierra donde crecí y fui feliz por siete largos años

retro al presente, cambio de guión; tenía pensado escribir otra cosa pero la nostalgia ganó hoy

cedo pues a mis sentimientos más profundos, hoy no deseo saber nada de tristezas ni melancolías

me voy a dormir con ese sueño que me persigue, pese a que la realidad acecha a mi puerta

me voy y no quiero pensar más allá de estos lares, good bye, good night con el álbum blanco...



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