domingo, 6 de febrero de 2011

Lunes para qué te quiero

Amaneció soleado, solo quería irme rápido para no despedirme de mi cuñadita, del sucesor de Kique, de Cesarina ni de Francisca.


Imposible evitarlo, abrazos con sabor a nostalgia, a adioses obligados, a emociones contenidas, a huidas presurosas para no voltear porque atrás está ella con sus ojos lagrimosos viéndome desde la puerta doblar en la esquina que me hace recordar la despedida del noventa y ocho (ya no quiero más boleros cantineros).

Tempranito abro el local para sentarme en mi barricada textual.

Aldo llegó con la cara trajinada, con el cansancio del sábado atrasado oliendo a resaca marina.



Salgo, compro, traslado, espero, llevo y regreso.

Se fue el Nextel por quién sabe dónde, retrocedo y me recojo de entre mis pasos, pregunto, ni rastros del pedazo inhalámbrico imprescindible para mi comunicación.

Reconozco la dependencia de la tecnología de las telecomunicaciones en mi azaroza vida, me siento desarmado, como si me faltara un órgano, que huevada más increíble pero cierta.



Desactivada la línea al no encontrar mayores respuestas del rescate de mi pequeño hijo al tomador de rehenes radiales.



La tarde está cayendo pero revive con la llegada fresca de Lita Ford quien viene acompañada de su submarino amarillo.



En conversa al calor de una amistad en el snack con las colas bien frías por el pasado venturoso y el presente pluscuanimperfecto, su sonrisa lo dice todo, ella es demoledora.



Tres lucas para marcharnos hasta el próximo saldo, la acompaño a tomar su Custer de despedida, ha de irse a continuar con su laburo store.



Las ocho y sereno; partir hacia el hogar, mis hijas y la ausencia de no verlas cerca tanto a mí.



Tocada y abre la puerta la menuda, me voy con la mayor para los anticuchos luneros; sánguche pa llevar con su jugo veraniego.



Despedidas por mientras tanto, a mi cuartel solitario, el rito virtual continuaré por tiempo indefinido, quién sabe.



Por un mañana repititivo, por otro día diferente, por la vida hecha trabajo, por el trabajo hecho vida.

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