domingo, 6 de febrero de 2011

El sábado me resultó una suerte de cierre, una campaña sin ningún plan de nada.

A la muerte del sábado le dedico esta entrega incierta que cree en algo posible más

allá de la memoria con el caballero de la noche -a mi lado- me siento más seguro,

sombrío, gótico, extraño pero yo mismo al final de cuentas no quiero

hablar del alma y su rendición de cuentas -hoy no se fía, mañana sí-

con el filo de la revancha entre mis dientes me sacudo y vuelvo en mí, aminoro mi

álbum pasado con los ojos enrojecidos de tanto boleteo prosigo ¿hacia dónde?

los/my friends de mi mundo virtual me sacan a cada rato de la realidad, de saber

responder a las expectativas cifradas en mi agenda cotidiana del laburo y

convivencia no menos placentera con la normalidad y sus bestias tozudas

ellos no entienden, no comprenden nada de tomarse un tiempo y entregarse al placer

de componer partituras antimusicales, eres un soñador, un iluso, un romántico

extraviado entre sus cajones polvorientos sin necesidad de cruzar

palabra alguna lo sé por el fuego de sus miradas inquisidoras, intransigentes

desprovistas del minúsculo ápice de humildad, mucho menos de abrir su alma

a la poesía y a sus parientes más cercanos ella en la arena hacia el sur,

está escuchando melomanías imposibles de sostener a priori de su partida sin llevar

lo que me pidió ni recogió -no es la primera vez- a posteriori, mañana no podré

cumplir con la guitarra hecha jamin así debo quitarme, sin con,

el silencio absoluto de la noche me recuerda que lástima que terminó el festival de

hoy...

partir para dividir, editar para viajar, no responder porque no sé cuál es la

pregunta de los diez mil huevones me pasé de la delgada línea amarilla

-los Tatas y sus aleccionadores legados de vida- han de revertirlo todo

difícil es olvidarte, nombrarte siempre que puedo, tenerte,

una oda a la amnésica total, aunque lo haga de a mentiritas.

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