jueves, 13 de enero de 2011

Writting with myself (six million dollar babies)

Así llegó 1975 y con él la mudanza a Lima, a nuestro nuevo barrio de Villa Jardín en San Luis (frente al Arco de Salamanca).

Nosotros también debimos ser los primeros vecinos fundadores de este nuestro nuevo hogar, no habían muchas casas construídas a la redonda, tal vez unas diez terminadas, otras tantas a medio construir y el resto solo eran terrenos baldíos.

El hermoso parque que está enfrente nuestro -tres veces premiado en el concurso de parques y jardines de Lima por El Comercio-, con una vista maravillosa es el fruto de años de esfuerzo, gestión y chamba conjunta vecinal encabezada por my mother: doña 'Pinta' Wong (quien hasta el día de hoy se levanta casi religiosamente todas las mañanas tempranito para regarlo y mantenerlo así de verde).

De vuelta al retro, hace treinta y seis años el parque era el rezago de una chacra, una amplia extensión de terreno no asentado, medio terral, medio verdor donde las vacas aún pastaban, los obreros de construcción libraban ardorosos partidos de minifútbol; además a un costado (en el actual jirón San Carlos del Pinar) quedaba el paradero inicial del comité 45 de la línea amarilla que partía de aquí hacia El Callao.

Los primeros vecinos nuestros fueron los Mendoza -en nuestra cuadra, el jirón Virgen de Fátima 115, antes Mz F, lote 9, calle 14-; Marlene, Magaly, Mariel, Pitín, Mitsi y Marianita (todas de lindos ojos que variaban desde el celeste grisáceo hasta el verde pardo), también estaba la familia Montes, la única farmacia existente a varias cuadras a la redonda, los Anamaría: Pocho, Pocha, Lily, Jaime, las mellizas Ada y Aída y Luchina.

Juancho -vivía en la todavía deshabitada pista auxilar a la avenida Circunvalación (vivió algunos años, luego se mudó), otros vecinos no menos queridos y conocidos fueron los Arias: Don César (notable señor fallecido hace algunos años atrás), doña Julia, César -Jr-, Kiko y Juan Carlos (todos ahora viviendo una mejor calidad de vida en Canadá).

En La Madrileña vivían los Cervantes: Patty, Carlos, Quela, Lily y Pocha; en la otra cuadra estaban los Gilli: Coco, Tito y Giovanna.

Al extremo del parque -en el Rondeño- estaban Violeta Rojas y sus hermanas; los Delliot: Martín, Carmen y la menor.

'El Pollito', 'Puchungo' más sus hermanos; la familia Hokada también; en esa misma calle los Horna: Luis, Carlitos y Claudia.

En San Carlos del Pinar: Chepita y su hermana mayor con Pedro Seminario; y los Munaya: Tato, César, Jaime y Juancito.

A la vuelta -en la Trinidad- estaban Yuri y los Carrasco más los Pércovich: Rafo y el 'loquillo'.

Más allá estaba Rocky -en el Alcazar de Toledo- vecino de Charo Muñoz y los Mejía: Patty, Raúl y Mónica; al lado estaba Jano y sus hermanas; posteriormente llegaron los Tapia en el Carabanchel: Walter, Dani, Kike y Lucho -con quienes hubo mayor acercamiento y relación por estudiar en el mismo colegio (San Agustín), amistad que se transformara en una de las más sólidas y las que mantengo hasta la actualidad con Dani -quien es mi mejor amigo y padrino de mi hija mayor-.

No menos numerosos y conocidos nuestros, los Bedoya: Don Manuel (en el recuerdo con el ajedrez, la pasión por las matemáticas y los puchos, doña Socorro (muy buena persona y gran amiga de mi madre), Natalie, Katy, Manolo, Mily, Vladi y Machi; los Delgado llegarían después (Lily y César) junto con los Salinas: Gisella y Fernando.

Así compartiríamos juegos como la bata, matagente, los siete pecados, nombre de, la canga, la chapada, las escondidas, la botella borracha, peloteadas memorables en el centro del parque y en las pistas; los primeros tonos con luces psicodélicas, las primeras huascas, los pininos amorosos, las broncas 'cojudas' de la inmadurez de algo así como: "Ustedes son del grupo de los sobrados, de los que se creen, de los bacanes, de los pitucos, porqué me miras así, me caes mal o me llegas al pincho", entre otras perlas que considero fueron parte de un aprendizaje, de una experiencia de vida.

Los años iban transcurriendo y con ellos el paso de la pubertad a la adolescencia...

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