viernes, 21 de enero de 2011

Writting with myself: más San José y otras yerbas

Una escena que me quedó grabada en la retina fue la bronca que presencié en mi salón de primero de secundaria "A"; Juan de Dios Luna Victoria era un pata bacán, bueno, tranquilo, simpático, cantaba más que entonadamente:¡"You've Got Hilde Your Love Away"!, era fan de los de Liverpool -lucía una larga cabellera que a veces la escondía cuando los de disciplina lo jodían para que se cortara el cabello, yo también lo tenía semilargo-, jugaba como los grandes, era zurdo y tenía un 'cuete en el pie.

Alguna vez, en algún partido de aquellos, cuando nos comenzamos a quedar más tiempo en el cole -en las famosas tardes deportivas- jugaba contra él y le tapé varios tiros, incluso un penal (héroe por un día).

Ya que hablamos de partidos épicos, ese mismo año había campeonato interno entre los salones del mismo año y el equipo de nosotros lucía polos azules para identificarse de los otros; jugábamos en la cancha de fulbito de primaria contra el primero "B".

Ellos eran granates y estaban -algo me acuerdo- Ricky -eructo- Gonzales (en algún lugar de un gran país), Jorge 'La Pera' Rivera (creo que Lucho Estacio también estaba) y tapaba Aníbal -dientes de Chiclet's- Salcedo, todo de blanco.

Aquella tarde -no sé quién armó el equipo- me tocó jugar y no sé porqué diablos yo no tenía camiseta azul; entonces le pedí al 'Mono' Estupiñán, al 'Tuco' Olarte y creo que también a 'Ginger Head' Rubén Alarco; nadie me quiso prestar, imagino que en aquellos días la inmadurez, un tanto la desconfianza, la bronca y los celos infantiles -ya que ellos estaban de suplentes- y no sé qué otras vainas más se interpusieron para que no luciera de azul.

La verdad que me sentí bastante decepcionado por quienes consideraba mis compañeros; así es que igual jugué con mi bibidí blanco, así me lo permitió el árbitro.

Esa tarde -y fue la única por cierto-; ganamos como tres o cuatro a uno; yo metí sin mal no recuerdo tres goles (dos de cabeza y uno de pie), estaba iluminado y mi piecito zurdo se batió como los güenos güey.

Pablo 'Taca Taca' Andriaza -de ter-ter-ter-cero- estuvo chequeando y me miró moviendo su tartamuda cabeza asentando mi brillante y milagrosa tarde (mi plima la china Karim estaba a un costado de la cancha, me miró riéndose: ¡Bien!).

De vuelta a lo que íbamos, la bronca de mi pata Juan de Dios (hasta el nombre de santito le adornaba su pepa, que la tenía dicho sea de paso); en aquellos días -¡y bastantes para recordar por Dios!- nunca faltan los bacancitos, los pendejitos, los maleaditos, los conch...los que se las traían todas, tenían 'plata' -para qué negarlo- pero eran de los más engreídos, caprichosos, pedantes y atorrantes (no se les podía decir nada porque paraban en mancha con los más maleaos y malogrados, eran de la argolla y todas esas huevadas que nos hacían la vida bien estresante e insoportable).

Uno de esos webas era Guillermo Yáñez -que paraba siempre con Édwar Horna y otras 'joyitas' de moda-; entonces siempre es lo típico que el dizque 'bacán de la cuadra' tenía que demostrar quién mandaba en el gallinero.

Ahora -debo suponer que le tenía pica y envidia a Luna Victoria por su carisma con las chicas y porque jugaba bien su pelota- porque no encontraba otra explicación a tanta estupidez junta, bueno, cosas de chibolos inmaduros y disfuncionales (¿de dónde habrá aprendido esos hábitos?).

En uno de esos tantos recreos, Juan de Dios estaba sentado tranquilo en su carpeta, creo que comiendo un sánguche y pasa justo el susodicho Yáñez con su grupete y de pronto le tira el sánguche al piso; -se ríe el maldito-, Juan de Dios se queda quieto, inmutable (no sé si se estaría 'chupando' o qué pasaba por su mente en esos imbéciles momentos).


Guillermo le desafía parándose frente a él; Yáñez que le pasa la mano por su cabello despeinándolo con su sonrisa de matón de quinta.


-No te quiero pegar, por favor, no quiero pelear contigo, no te quiero pegar, -le decía pausada sin perder la serenidad el buen Juan de Dios-.

Yáñez le iba a poner otra vez la mano encima cuando reacciona rápidamente Luna Victoria y en un dos por tres -con una llave doble Nelson (Rivera) o la de Blue Demon- lo tumba al mentado matoncillo de cartón al suelo y lo tiene debajo de él, a su merced, en bandeja como un cordero a punto de ser degollado.

-¡Te dije que no te quiero pegar, que no quiero pelear contigo, has entendido! -le dijo casi gritando y en tono amenazante Juan de Dios levantando su brazo con el puño izquierdo cerrado listo para estamparse en la carótida del rival derrotado.

Ahí nomás quedó la cosa, Juan de Dios se paró y lo dejó ir, el 'Yáñez' se retiró -más rojo que un rabanito- con la cola entre las patas, rápidamente para no sufrir más vergüenza y llevarse su afrenta a su lonchera (de allí nunca más, santo remedio, lo admiré más a mi pata Juan de Dios no solo por la lección propinada, sino por el don de gente que le alumbraba su gran aura, un pata de aquellos carajo (ya te encontaré Juan de Dios, el destino tiene que ser favorable men).

Otra más, ¿quieren?, ¿sí?, ¿no? ya pe, ahí les va.

Ese año -como todos los años- ingresaban alumnos/nas nuevos(as) de otros colegios así como empezaría el exodo de los buenos profesores y la quitada casi en masa del alumnado por luchas antagónicas entre diversos grupos tanto de padres de familia como de los mismos profesores y personal administrativo, días oscuros reinarían en el San José, una pena.

Para variar, los hermanitos Solano eran otritos que les gustaba la mechadera y portarse mal entre otras cosillas.

Claudio -el menor, el black, para diferenciarlo de su otrora bro Sergio 'milk and coffe', (jetón en el recuerdo compadre).

Pero igual eso no quitaría que esta pareja dinamita cometerían sus fechorías desde primaria hasta los últimos años de reinado escolar secundario (paradojas destinatarias cambiarían de conducta a los hermanitos, Claudio se reformaría y Sergio se convertiría en el nuevo Tony Corleone).

Ya, de frente al rincón del box, el primer día -fresquesito nomás- entraba el 'loquito' Juan Ayres directamente importado del Polo Jiménez y Claudio lo sacó al toque que podría ser su rival, el que podría destronarlo y no sé que cojudeces más.

Lo cogió desprevenido y en el primer recreo lo gomeó, el loquito no se quedó, también era agarrado y con doble fuerza (la normal y la otra), se quitó la camisa de fuerza y comenzaron a trenzarse, al final, nadie peguó, los separaron, midieron fuerzas, el loco era tranquilo pero respondía cuando las situaciones lo ameritaban, después se hicieron patas y uno no se metía con el otro.

Peleas, broncas del ayer -que hay más por contar-, ya estuvo güeno por hoy, mañana me espera una brava (chamba por si acaso malpensados lectores), ta mañana, sueñen e inviten.

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