viernes, 7 de enero de 2011

Writting with myself (the gang of four)

En aquella casa, -la última que llegamos a habitar- la de la avenida Nicolás de Ayllón N°. 674 en Chaclacayo (también llamada Carretera Central) quedaba cerca del Gran Restaurant, a la vuelta; allí presencié una bronca real o estarían filmando una película, quizás un encuentro multinacional de gente foránea al distrito, ¿reunión de gánsters?

PAUSE: debo agradecer a la alergia, a la bronquitis, al asma -con toda la fuerza de mi corazón- por habernos brindado los mejores años de nuestras vidas en aquel 'town' -como bien lo dice así el vate universal, el cowboy norteño Roy Rógers Santiváñez-; si no hubiéramos sido tan enfermizos (The Gang of Four), a nuestros viejos jamás se les hubiera ocurrido la genial idea de mudarnos de la Lima Limón - aura Lema provinciana pes- a este barrio de ensueño.

Yo regresaba de la casa de Beto uno de esos días cualquiera -al morir la tarde- de mis frescos e inocentes siete u ocho años (en mi infancia he visto, me han sucedido un montón de cosas que nunca mis viejos se tomaron el tiempo en creerme un poquito siquiera) estaba un gordo pelado de aspecto japonés que se le iba encima a un tipo gringo colorado con boina escocesa, el dueño del restaurante intentando separarlos (un señor colorado de unos treinta y tantos años de aspecto gentil) más allá unos tipos negros (pero no del tipo afroperuano) y más gringos reunidos jugando las cartas (me imagino al póker) en otra mesa.

Debí quedarme más rato para ver en qué terminaba toda esa escena; lo curioso que no había ninguna cámara ni nadie filmando, el local cerrado y ocupado por toda esas personas que jamás había visto en mi vida; un poco el temor y la llegada puntual a la casa que debería ser para evitar cualquier llamada de atención -con mi rigurosa madre especialmente-.

Historia a medias, bueno, -retomando un poco lo inicial- rearmando un tanto la cronología de nuestra estancia chaclacaína; la primera casa que ocupamos fue en aquellos minúsculos chalets del Centro Recreacional Vacacional " Huampaní "(término 'anticuchazo' que se le denominaba así a los departamentos o casas muy pequeñas de un solo piso destinado a la vivienda para una familia de tres integrantes como máximo, pero como éramos mis viejos, Kique y yo -tenía cuatro años-, este ya nos quedaba 'chiclayo' por lo que vivimos contados meses).

Por esos días -las fotos ya saldrán a la luz- (espero colgarlas en el álbum virtual del 'Clan Wong') se estaba presentando un espectáculo de Blancanieves y los siete enanitos, todo el elenco estaba alojado en el club (esto sí me lo contaron mis padres) fue una mañana soleada, uno de ellos estaba caminando -con su ternito oscuro- frente a nuestra casa y mi viejo tuvo la infeliz idea de llamarlo para tomarnos unas fotos ( la secuencia fotográfica así lo documenta).

Yo entré en pánico cuando se me acercó e incluso me tomó de la mano -entramos en un jaloneo- para tomarnos la 'mendiga' foto (Kique estaba normalazo), la verdad que cualquier niñito de esa edad podría ver en aquel diminuto ser a un mutante, un pequeño monstrito como yo lo aluciné (además que el tío era bien feo); fue una experiencia inolvidable pues le cogí pavor a los enanos
-de circo y a los que veía en la calle-.

La siguiente casa a la que nos mudamos fue en el desvío -a la mano derecha- previo al puente de "Los Ángeles;" en "California" precisamente (una élite agrupación de casas situadas cerca del río Rímac, ahora más pituca que nunca, aquí tuve una experiencia surrealista, en épocas de las lluvias en la sierra, el río aumente su caudal peligrosamente y se carga tomando un color agua de chocolate, además la corriente es tan fuerte que arrastra muchas cosas de peso a su paso, una vez observamos como una enorme roca -de unos tres a cuatro metros de altura- iba siendo arrastrada por la temible masa de agua que ya estaba tornándose en Huayco (saludos Pervert Rod), allí también vivimos pocos meses porque las casas eran bien chiquitas también para nuestra familia en crecimiento -Aldo ya había nacido-.

Nuestra tercera mudanza fue cerca de El Abanico, allí la casa era más que grande, una mediana residencia de campo, a tal punto que la casa la alquilamos entre dos familias: los Wong Wimpón y los Varona León (mi desaparecido tío Alberto, la extrañable tía Carmen, Ariadna -linda mi prima y sus pecas pecadoras-, mi primo Beto (el 'borrado' de la faz de la tierra -me
falta buscar en el Triángulo de las Bermudas-,Carmencita (la última heredera); muchas habitaciones, cocinas amplias,salas comedores amplísimos, techos altísimos, un gran jardín para jugar -mis viejos jugaban innumerables partidos de Badminton con nuestros vecinos y amigos-, mesa de ping pong, juegos de sapo, fulbito de mano, una gruta con una virgen más su pequeña lagunita con pececitos de colores, un gran garage para varios vehículos y una hamaca para mecerse de la dicha (la casa la tomamos vestida así, con todas esas comodidades); ¿qué más se podía pedir?

Como no todo dura para siempre, -al parecer el alto alquiler fue la razón principal- anclamos por cuarta vez en la casa de "Los Ficus" (a una cuadra del Parque Central) ;algo más pequeña; los Varona también siguieron nuestros pasos y allí permanecimos algunos meses también con alquiler compartido; nos sentíamos algo asfixiados por la vecindad muy apegada a nosotros, al punto que también necesitábamos mayor independencia y autonomía para vivir nuestra vida como única familia, había llegado el momento de dejar a nuestros queridos vecinos...

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