domingo, 16 de enero de 2011

LAS BODAS DE FÍGARO

Estrellada fue la noche más esperada por el clan Wong y no menos ansiosa por la tribu Wimpón.

Así, llegamos a este capítulo de corazones atrapados e historias miles que más adelante algunos contarán y otros se las llevarán.

A eso de 6:45 p.m. partió el pequeño convoy -desde la casa de Kique y Piinta- en tres unidades transportando a los los Wong Alvez y las embajadoras barasileras doña Cesarina (ma de Dulce y abuelita de Pablito), y Francisa, amiga de su familia venida desde Belho Horizonte, los Wong Ruiz, los Wong Larrabure y los Wong Piña.

Ya en la parroquia donde se ha de celebrar la misa por los Golden Years, los enternados -algunos no muy a gusto por la indumentaria pingüinera- y ellas 'pericas' con la parafernalia de gala para caminar por la alfombra roja.

Algunos invitados ya estaban instalados, nosotros de ida y vuelta hasta hasta la hora pactada; dieron las siete y treinta, se inicia la ceremonia: todos los nietos: Lucianita, Zoe, Jose Alonso, Pablito, Luana e Isaboe más tres invitaditos llegados por improntus misceláneos.

La misa con el padrecito colorao fue más rápida que el canto del gallo y la negación de Pedro.

Así es que de vuelta a formar el séquito para los saludos por el salón de la fama y arrancar para el local del bailongo.

Antes las fotos de rigor para/por el álbum de la memoria (Aldo -con quien estoy más emparentado desde mis fibras más íntimas- se perdió la filmada por la memoria esquiva de mi viejo (a traer las tarjetas para la ubicación de las mesas).

Ocho y quince -diablos-, faltan cuarenta y cinco minutos para que aún lleguen los patas de la multimedia; a coordinar con Aldo y Jose los preparativos, el programa para el evento estelar.

Prácticamente todo listo, el equipo instalado -esperando al DJ para la puesta en escena- las mesas vestidas, los mozos en lo suyo, el 'combate' en proceso.

Isaboe y Yuli -anfirtionas mediáticas- en la entrada al local; el aforo iba en progresión algebraica, llegó el DJ; son más de las nueve y los huevas de la multimedia que no llegan.

Restructuración del plan, que entren los 'novios', el clásico Danubio para los aplausos que calientan la noche, un bolero caleta para el primer baile, luego el Danubio en versión -intro- inédita para iniciar la descarga en tiempo de mambo, ellos primero, luego uno a uno pa bailar ritmos ajenos a mi paladar auditivo; todos los bros, las tías, los tíos, primos, sobrinos, nietos y los que quisieron arrojarse a la arena para el disfrute del baile compartido.

Ahora -la hora de la verdad- mi suscinto discurso para la ocasión, en inhalámbrico con el trémulo papel para mi voz begin; el brindis con Jose, los ciento y treinta y tantos convidados.

Ecran, laptop y parlantes para dar comienzo al regalo/sorpresa que se ha de proyectar, el álbum fotográfico de cincuenta alos de historia; muchos se vieron en distintas épocas, tras veintidós minutos estallidos de emoción se vieron envueltos en ríos de lágrimas interminables (algunos contenidos con su melancolía disfrazada), Corín Tellado no lo hubiera hecho mejor.

Pablito y Jose Alonso fueron -'sin querer queriendo'- los más atribulados y 'golpeados' por la historia ausente que no pueden abrazar (¿¡......!?).

A comer -sirve el chato Barraza-, brochetas mixtas y el Cordon Blue para las recargas intestinales; el baile da comienzo con salsitas retro, más invasión cumbiambera que la pista de baile anunciaba una noche de aquellas en la Lima enigmática.

Corren litros de whisky on the rocks, vino de reserva y gasesosas para los zanahorias.

Abrazos en las distintas mesas hermanados por una sola causa y un motivo más que suficiente para rendir tributo a la cincuentena vida de los viejos.

Sazonados y empilados, me sacan a bailar obligado por las circunstancias, los dos clanes viviendo el acontecimiento del años, amigos cercanos son testtigos de lujo por la magia de la noche.

Al encuentro con primos, tíos y amigos del pasado y presente, saludes por aquí y por allá; ahora ponen rock -ya puedo soltarme, al fin- llegan también los 'combos chatarras' para la gente menuda.

Cerca a las tres y media de la madrugada, con la retirada paulatina de nuestros invitados, dejamos atrás los pertrechos de guerra, el saqueo generalizado, los puchos desparramados, los vasos y botellas agitados, el silencio reina ahora.

Más que 'movidos', más que contentos, más que felices, llegamos a la casa (son las 4:00 a.m.) para el descanso obligado, con la sonrisa dibujada en nuestros rostros, con mi alma puesta al descubierto imploro por otra noche más, por el valor de la famlia, por una vida más 'rica' hasta dónde podamos escribir más páginas conmovedoras.

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