domingo, 15 de agosto de 2010

¿HAPPY HOUR O LA HORA LOCA?

Arrancado como un subterráneo personaje del cómic, aflora desde su yo más interior

vive o sobrevive atrapado entre una realidad aplastante y la inquietante fuga de sus deseos más pervertidos.

Domingo para el descanso -dicen- más es un día de carga, de trabajo para Killing y el tiempo siempre se le agota.

Duerme (cree él) la batalla absurda y surrealista de los sábados de gloria; como un pequeño ratón de laboratorio, asustadizo amanece tarde y sucumbe a su propio laberinto cotidiano, la cama destendida, a la ducha pasional, se desviste despellejándose su bidermis, tridermis, dermis y epidermis -hasta cuatro capas de piel necesita para guarecerse del frío húmedo limeño, ¡ah!, barrio sin identidad, ciudad gótica, ciudad gris, ciudad incólume, país indolente.

Como todas las mañanas asesinas, se mira al espejo y lo único que ve es la misma cinta aburrida, un espectro anquilosante, suburbano, sometido a la estúpida afeitada de personalidad ineludible.

Viste un nuevo batitraje esta vez, es para los domingos, para estar a tono con la súpervivencia, al mercado salamanquino -eso sí le gusta, este peregrinaje mercantil, mezclarse con la minicosmopolita y chichera, aún limeña pero dinosauria y ahora provinciano collage paisaje barrial-.

A por las compras de la lista semanal que nunca llega a completar, no alcanza, es su procesión interna y lidia con eso, a engañarse, a simular una verdad tan concreta como la muerte misma.

Traga su última leche de tigre salival y retorna a su guarida under, su madriguera, su hueco y trinchera solaz, toma -time out- su desayuno al paso y sin piso, el día ya le ganó, pasamos el mediodía, el sol aparece tímidamente entre la bruma neblinera, bosteza la borrasca sabatina y comprende que es el astro rey y quien manda ahorita -aunque sea unas horitas- para quedarse a alumbrar el inquietante día del niño.

Antes, envía un mensaje a la Tortuga Ecuestre, le debe una disculpa pendiente, su carácter le suele jugar malas pasadas, es parte de su 'júrgol' ( ¡que haría sin su valiosa amistad en estos momentos!).

Pero primero a limpiar el cuarto, la habitación desocupada de las chicas (hoy convertida en almacén temporal) y el baño adjunto; también a lavar el servicio acumulado del saturday night fever, la ropa de trabajo, y las prendas interiores que refuerzan su patética vitalidad.

Hay que preparar el almuerzo para sus reinas que vienen a alegrarle el último día de la semana, cuesta arriba, hoy: especialidad de la casa, lasaña según la receta de Marisol-.

Primero: Nostalgia y luego Resurrection Sunday in Double Nine FM; es la atmósfera justa y necesaria para cumplir con las tareas encomendadas, una compañía inseparable de todos sus días.

Cerca de hora y media demanda esa chamba, entre el aderezo inicial y el acabado final en el horno, tiene que salir rico, ni muy aguado ni reseco, calientito, en su punto, para mis hambrientas niñas.

Ya llegaron, están con filo, a la cocina, al comedor del dúplex -todavía incompleto-, somos tres silenciosos seres engullendo la plusvalía, la recompensa del trabajo en las galeras, el pago, el tributo a la'plata' que siempre queda corta, en fin, somos felices en este momento. es lo único que cuenta y nada importa más que la convocatoria al ritual de siglos heredados por nuestros ancestros, todos alrdededor de la mediana mesa, convocados por la sazón y la razón de estar unidos por nuestros lazos más fraternos.

Tras sendas repeticiones de los comensales, el expediente dado en curso, la mayor lava la masacre y el extraño personaje baja -al cuarto callado- con su cándida a ver una peli para 'bajar el combo' y compartir una pausa al desenfreno hecho almuerzo.

Pasó media hora, la mayor se va a -la casa de su madre- a ordenar sus cosas para su primer gran día en la universidad (ojalá le vaya mejor en la vida que a Cepellin, hay muchas expectativas cifradas en ella); me quedo un rato más con Matilda, estamos juntos como pocas son las alegrías que le otorga la vida, la calma es como un anhelo insospechado, un oasis en este reino de angustia y caos.

Tiempo cumplido, a llevarla con su ma, a despedirse de mis viejos, ya estamos llegando a la casa que un día fue mía también, primero a la tienda de Enzo, falta pa la lonchera -ahora sí-.

-Chau hijita, nos vemos mañana-, le entrega el remanente de la lasaña pa su calentao.

Regresa a su jato otra vez, -el caballero de la noche-, a comer su última cena para guardarse, para prepararse a la chamba de mañana, como siempre, muy temprano, una mierda.

En el último acto de esta miniserial llamada su vida, se despierta -a media noche-movido por los estragos de la mezcla gastronómica: pan,tamal, café, lasaña, el queso con la leche más la crema de rocoto y el pollo recalentado de anteniegues sus luces, son la causa que ahora, en pasados instantes le impulsan a hacer una oda al guater clos (ya lo inmoló en el 91).

Y -como no- la razón de estar sumergido en una de las contables cosas que le apasiona, sentarse frente a la caja multicolor y perderse en el mar virtual de sus secretos a voces, de su obsesión compulsiva -dizque- de escritor clandestino/furtivo.

Es tarde y no interesa, es domingo otra vez sobre la ciudad.

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