domingo, 31 de octubre de 2010

Cada domingo a las diez después de la matanza

Vagaré otro día más en el purgatorio el domingo por la mañana.

El sacudón de la radio me despertó antes de mi ciclo hibernal.

A las compras desayuneras para el pan con chicharrón.

¡Cuánto te extrañaré mercado salamanquino!

Tú y tus seres urbanos, interesantes protagonistas de mi diario discurrir.

Emoliente al paso, mis caseros de siempre.

Parada obligada, los titulares de nuestra Lima mixta, mutante, paradójica, indescifrable.

Luego de llenar el tanque, retomar película desbordante, decadencia exquisita.

A por los remedios para Astrid y su estómago desolador.

Ahora el almuerzo, el cheff recomienda: ganado chanchino frito con papas doradas,

arroz blanco y su huevo más.

Bajativo básico, caliente el anís para cortar las grasas saturadas de tanta procesión.

Estamos de cine club, más que ver, tirado en la cama cual espectro condenado.

Sueño burgués, descanso cuasi eterno -ojalá-.

La noche invade, halloween chicha, llamada a mi pequeño gusano blanco.

Se queda a dormir tras su saqueo de dulces, mañana estaremos juntos.

La extraño si no está en el jardín de mi presente.

Película final, lonche para el cierre.

Me detengo por unos instantes...imagen congelada...no atino a nada.

Vuelvo a reinsertarme a la PR y mis dedos no desean darle fin

a esta llamada nada de la nada.

Se acaba y siempre nos quedará corto.

Para ti, ojos arameos, piel prohibida...

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