viernes, 22 de octubre de 2010

Friday in my mind

Se levantó una vez más, se estiró, ensayó su último rancio bostezo y se largó raudo al paradero.

¡Cuántas almas vulnerables en el mismo punto de siempre!

combis maldecidas con choferes somnolientos, cobradores achoraos

pasan cada agonizante día atravesando espíritus lejanos de ti.

Ya sube y se sienta en la cafetera ambulante, una 'china' hasta Aviación.

Camina entre pistas resquebrajadas y semáforos acosadores,

trepa a su destino mediático, 30' pa llegar a la Alcázar.

sin tanto tráfico, pregunta al cobrador cuánto para su llegada.

Malacrianzas instantáneas escupen una respuesta desde su boca descompuesta,

la 'ñori' de al fondo, de la lata móvil, sorprende con inusitada cortesía cortesana,

-falta para llegar, yo le aviso-, gracias mil.

Más a la izquierda es, ella indica que aquí se debe bajar, ya se acuerda de la ruta.

Ingresa, presenta, cuestiona: documento fallido; víctima otra vez del papeleo burrocrático.

Regreso sin gloria, de vuelta al barrio.

Mañana húmeda, hay otra salida, esta vez para el Centro.

Recorre ese juego de velocidades esquizofrénicas, sortea al ganado humano

doble sentido, camina inquieto de apuro para terminar el encargo prometido.

Laberinto de pasiones encendidas, dale una oportunidad para salir del rompecabezas.

Y lo manda, coordina, llama, confirma, imprime, recoge y lleva.

Precios de bazar suelo, mercado prostituído, producto terminado (hecho en el Perú).

Otra vez la misma filmación, el convoy doliente, las pistas tugurizadas,

insectos pululan resignados viajar en barcazas rodantes, esta batahola es asfixiante...

llegó, carrera de caminata, en un abrir y cerrar de bragueta al taller de formación.

Almorzar si no quiere pagar facturas ingratas.

Pasa la tarde, los proyectos siguen en la sala de espera.

Recreo final, salida rumbo a su centro de peregrinaje.

La noche con su alegría pequeña y fresca que se parece a él.

Comer, sonreír, aplacar ansiedades, abrazado con ella vuelve al hogar.

Se despide hasta mañana, el delivery para la mayor en son de cansancio.

La mismas pisadas diarias, el sendero cotidiano, la vuelta a la madriguera solaz.

Se encuentra finalmente con el mismo dilema de su vida:

"vivir para escribir, escribir para vivir, trabajar para vivir, vivir o morir".

Entregado a la soledad más queda, al silencio de los inocentes;

culmina su jornada controversial, contempla el espejo de sus ojos

lo de siempre: no hay respuestas, aún no las halla, vacila por un momento...

se hace un mundo por encontrar el 'gran finale',

mientras la ciudad duerme, el extraño personaje se ensimisma y comprende que

la verdad duerme a cuestas y que el recuerdo de ella no es más que eso

nada resuelto, platonerías esplendorosas, volcanes insurrectos

comas que no son comas y que ya debe terminar con todo esto

un nuevo día le espera, el dolor acumulado en su cansina espalda

es el resultado de años de mala posición e indisposición.

Por ahora, no hay himnos a la alegría, solo el sabor extraño

a bolero extraviado, a balada mal recordada, a su rocklento muerto de pena

al blues de su inconstancia, al último solo aplaudido por él mismo.

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