jueves, 3 de diciembre de 2009

La Vie en Rose

Salió muy tempranito –como todas las mañanas suele hacerlo- rumbo a su cotidiana labor, enciende un cigarrrillo apresurado como la vida que le plantea cuestionamientos de nunca acabar.
-Este es mi desayuno matutino –se dice asimismo-, el tiempo pasa volando y como tantas veces no alcanza para preparar alguito para iniciar con energía los retos diarios de esta vida, ¿cuál vida qué vida?

Ya en medio del camino se acuerda que olvidó la muda limpia de ropa de trabajo, tiene que dar marcha atrás y volver como un loco torbellino a su casa a recoger lo que le faltaba.

Como una película en retroceso cruza el parque raudamente, un perro orinando husmea algunos restos, los pájaros, mi madre y el jardinero municipal regando el verde, la gente trotando alrededor de las veredas, otras almas caminan hacia sus trabajos cual competencia de caminata olímpica sin mirar a un punto fijo, con la angustia y preocupación clavadas en sus agitados rostros, ese es el paisaje urbano con el que siempre se encuentra a diario.

En un tropezón involuntario; se cruza, se encuentra con dos bellos ángeles extraviados a quienes les da el beso del amor filial, lo que le impulsa a seguir adelante por este interminable camino de dudas, los castos seres le acogen con sus tiernas alas y casi en un segundo desparecen volando hacia su destino marcado.

Las ansía, las extraña, las ve –de lejos- desaparecer y no puede ir con ellas, es imposible alcanzarlas porque cada uno va por caminos separados, más tarde las volverá a ver, cuando caiga la noche.

Llegada (¡al fin!), a la fábrica de ansiedades e ilusiones ¿perdidas? Son las siete y media de la mañana, se le hizo un poco tarde pero llegó a su destino calcado, sudoroso, con los zapatos incendiados por una nueva marca quebrada para no perder el paso ni el piso.

-Buenos días –a todos- y al boss en especial; con las excusas de por medio, su alma (lo que queda de ella) se agita para no sucumbir a los reproches que salen disparados por el ‘adjunto’, el que le exige que sea eficiente y cumplidor, competente y criterioso (¡vaya!).

-I’m machine (asume que lo es desde el día que inició los trabajos en este enigmático lugar), un terminator, en la fase aún no escrita por guión alguno, un engranaje más de este complejo rompecabezas que le da el sustento para supervivir, que le da en qué pensar qué hace allí buscando anhelos.

Interview: -Bueno, es otro día más en el paraíso (ahora que estoy a medio descanso aprovecho esta tregua importante para mí, escribiendo, soñando, quizá para otros: perdiendo el tiempo en teclear frente a una pantalla multicolor que asume mi identidad desconocida).
Hay que comenzar otra vez, como siempre es lo habitual, justo y necesario, así está escrito, así es y así será for now.
El taller inició su demoledor día, endiablado, furibundo, avasallador, incomprensible.
Las máquinas dan rienda suelta a su mecánica rutina, la temperatura es alta, sofocante, hay que acostumbrarse o acostumbrarse, no queda otra porque –por ahora- el horizonte solo pinta para gris.

Las horas han transcurrido y el grupo de trabajadores épicos se acoplan a la función del sistema, tienen que correr para acabar lo más temprano posible, el producto ha de salir lo más perfecto que nuestras temblorosas manos puedan dar salida hacia lo que se cree es la calidad total, la producción en serie está en marcha y va en aumento (hoy la carga ha sido mayor que la vez anterior y seguirá increscendo), hay que cumplir con la cuota diaria, esa es la consigna, esa es la tarea, esa es la obligación, esa es la condición.

Es mediodía y hay que almorzar, la fila de tapers espera su ingreso al microondas quien los recibe con el calor de una madre que espera a su hijo a la salida del colegio.
La mesa improvisada está servida, una oncena de pacmans engulle con infrenable desesperación los alimentos que tan sufridas manos han preparado para los valientes caballeros de la mesa cuadrada y quién sabe cuánto les ha costado.
Quince a veinte minutos es el tiempo para acabar el contenido, hay que apurarse, aquí siempre es así si no se llega a terminar con la orden del día.

De vuelta a la carga, de vuelta al caldero, todas las presas están en el asador; parece que vamos a terminar antes de lo previsto -menos mal-, creo que hoy salimos más temprano de lo acostumbrado.

Son casi las seis de la tarde, la producción está cerrada, hemos dejado todo en la cancha –como manda el ´jurgol`-.
La limpieza final, el producto empacado, los antihéroes –cual final de la UEFA- van camino a los vestuarios para asearse y cambiarse, para salir lo más rápido rumbo a sus casas.

La tarde ha caído, estamos dejando el local, a la salida mi ´súper´ me dice que venga –al día siguiente- en el turno de la tarde (turno más jodido porque se coge parte de la tarde hasta la noche, mejor es entrar temprano a trabajar y salir después del almuerzo), donde manda capitán…

Es de noche, en mi agitado y diario discurrir por el mercado salamanquino compro algunas cosas para mis chicas y para mí también. Llegué a la puerta, toco el timbre con el clásico tono de la barra de la ‘’U’’: ¡ta ta ta tan!, al poco rato salen a mi encuentro las niñas de mis ojos, nos enfrascamos en un cálido y mágico abrazo –el tiempo se detiene por un instante y dejo atrás todo lo malo, me olvido de todo, de los problemas, de la chamba, incluso de mí…-.

Nos despedimos con un después, con un hasta pronto, con un hasta siempre, llego a mi otro ‘hueco’; la gran mamá se encuentra en la cocina, a media luz viendo sus talks shows y telenovelas brasileras de siempre.

Le saludo y le cuento rápidamente que escuché en la radio acerca de la muerte de Michael Jackson y Alicia Delgado; ella no sabía nada (en contraparte me informó que Farrah Fawcett también había dejado este mundo) -¡y eso que ve TV!- , sube -al segundo piso- velozmente a contarle a mi viejo sobre las malas nuevas.

Aprovecho ese corte comercial para subir a mi cuarto y dejar mis pertrechos de combate; enciendo la televisión para ver algo de fútbol, de noticias: Estudiantes ha ganado, Brasil también y la mayoría de canales de señal abierta y cerrada están inmersos en los funestos sucesos anteriormente relatados.

Tengo hambre, las tripas reclaman su bocado; subo a la cocina del tercer piso para aplacar tamaña agonía.
Cuatro sánguches de jamón ahumado que había en la refri calman mi martirio: barriga llena, corazón contento.

Otra vez la TV: fútbol es lo que se impone, la Liga mona venció a los brachicos del Inter, nos siguen llevando ventaja, mientras sigamos sumidos en una mesiedumbre y corruptela que aflora como la pus de un enfermo terminal la historia seguirá siendo la misma por los siglos de los siglos...

Entre el divo del pop que nació negro y murió blanco después, la desaparecida cantante vernacular –que se fue envuelta en una tórrida relación-; me acuesto empijamado de tanto trajín y cansancio, el cuerpo pide descanso ¡a gritos!, mi mente aún no, divago sobre el intenso día que tuve, Soledad se acuesta a mi lado sin pedir permiso, ya es una costumbre diaria estar con ella en todas las habitaciones de la casa, los ojos se me entrecierran como dos persianas que claman que baje el telón.

La última orinada de la noche: pienso, luego existo; son casi las once y treinta, mañana será otro día, siento que me voy a otra parte, quiero irme a otro lugar, salir de este laberinto cotidiano…ces´t la vie.

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