jueves, 24 de diciembre de 2009

A la espera de tu recuerdo caigo en el mismo vacío

A la espera de tu recuerdo caigo en el mismo vacío y vuelvo a castigarme en este juego absurdo que es estar suponiendo la llegada de tu presencia virtual.

No sé quién eres hoy, ayer sí lo supe, pero todos estos años que han pasado se han perdido en el más absoluto olvido.

Ahora ya no pienso más en remitirte mis más profundos sentimientos ni obsequiarte nada que se parezca a eso que creemos que es lo que ansiamos con pasión.

El destinatario será otro, otros los que lo reciban, que lo ignoren, que lo acepten o comprendan la insensatez de estas palabras que flotan en eterna letanía.

Tras bastidores solamente la nada, ese concepto ambiguo que lo quebranta todo y tal vez nos llene de la misma sensación que ahora estás/están sintiendo.

Como siempre fiel a este estilo incierto me aparto mucho más de ti, las reglas de juego han cambiado radicalmente y lo vano de este suboficio se termina por diluirse en el silencio de tu mirada, en el desprecio de tu negación.

Basta –digo yo- ¿por ahora, por siempre, hasta vernos en un hasta luego?
Ya nada importa, el discurrir del tecleado incesante de mi respiración se confronta con la parsimonia de lo lejano de este camino que no encuentro aunque las huellas de tu sudor hayan dejado marcas imborrables en mi piel.

Valgan verdades y cuando la noche aceche con su negro manto, aquellas fulgurantes estrellas no lo serán ya más porque así lo quisiste tú.

Esta vez la travesía será corta pues he de proseguir con mi viaje austero, peligroso, inconcluso, mientras tanto cierro el archivo de lo innombrable para despedirme por enésima vez de ti, sin mayor compromiso que el de verte solo por una vez más en mis pensamientos, cuando cierre los ojos y me vuelva a acordar de ti.

Adiós pues musa extraviada, adiós alma blanca que se ha escapado de este viajero cansado de esperarte y que creyó encontrarte de nuevo, adiós.

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