jueves, 25 de marzo de 2010

Mal dìa para la escritura

Ayer fue un día de miércoles; de la agobiante batahola laboral al contacto casi interdiario, la lechuza blanca no trajo grandes novedades aquella tarde.

Mi amiga virtual estaba extrema, nostálgica, hasta algo fatalista y depre; percibía que tal vez no haya tenido un buen día o tal vez entendió que la razón de mi rastreo hacia la conquista de la amistad que algún día tuvimos cuando púberes era solamente parte de un juego literario que estaba procesando para mis propios intereses y que era eso lo que estaba buscando desde que comenzé a escribirle.

Estoy perturbado,inquieto,no la entiendo, no sé que se imagina de mí, que estoy en otra cosa; lo único que quise -desde aquella vez- cuando me determiné a encontrarla en la red; era hablar, conversar con ella y tratar de volver a ser amigos, nada más.

He pensado en no escribirle, a ver qué está pensando, si llega a explicarse que quería exactamente decir con eso y su proyección hacia la siguiente fase de vida,
-todavía muy lejana- ser una sexagenaria, una habitante de la tercera edad con sus secuelas martirizantes.

¿Qué efecto habrá causado en ella aquella velada literaria/musical?
¿No estuvieron convenientemente escogidas o surtieron como catalizadores asesinos de su alma enigmática y sensible a algo que no sé a ciencia cierta qué pensar?

Vago en la oscuridad y me revuelvo en el limbo, no la encuentro, ¿no sé quién es ella en realidad?

Tal vez recién la estoy descubriendo y ha mostrado nada más una muestra pequeña de su atormentada personalidad.

Después Mr.Hyde tuvo una agria discusión con la innombrable.
Es su tormento, pero quién en realidad logra descifrar la compleja naturaleza hembral(aquí estoy innovando una nueva palabra, un concepto que amalgame a tan extraño especímen).

-Soy la daga en la herida, -dijo John Malcovich- tras su magistral papel en aquella extraordinaria versión del hombre ambivalente que somos todos nosotros los machos endemoniados.

Esta vez el enmascarado no aparece en este capítulo de esta serial, no hay venganzas por cobrar ni alimañas a quién desollar, la escena de la tarde le ha quitado toda emotividad al creativo; las musas están ausentes esta vez.

Solo es una larga vereda que recorre los infinitos rincones de tu pensamiento más desolador, el crepúsculo se avecina y no habrán más malecones hermosos qué presenciar.

Tú has sido la causa de este sentimiento vacío que acalambra toda mi humanidad (si es que queda algo de ella aún).

Me desconecto de esta nueva entrada, voy a matar esta historia de una buena vez.

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