viernes, 19 de marzo de 2010

Demon nights

Tras el último disparo, descargó su temblorosa arma

carga, rastrilla y enfunda, preparado nuevamente para el próximo atentado.

Vuelve como un zombie enajenado amparado en la oscuridad de la noche

vuelve al cuarto callado para dejar caer su fatigado cuerpo sobre su solaz lecho

lacerado y estigmatizado por incontables cuentas pendientes con el destino.

Ya casi es fin de semana, la ausencia de su musa inspiradora en la red

repercute en su alma cibernética de lamentos profanados.

No hay mayor música estruendosa que la del silencio,

tan solo el canto de los grillos veraniegos aumentarían increscendo los decibeles

de esta sinfonía nocturna por ella y para ella.

Intentar dormir resulta en vano

al igual que su insomne trabajo

padece de la misma enfermedad cotidiana.

El lamento de una sirena extraviada irrumpe perdida en la calle jamás nombrada

parece ser de un barroco patrullero

o tal vez sea aquella exhausta ambulancia en agónica carrera

por encontrar el camino a casa.

Es más de medianoche y conciliar el sueño

le resulta más difícil que ofrecerle una serenata surrealista

sin domicilio y sin destinatario

el delivery no es más que un acto fallido.

Se disipan las ideas

y el ansia lo envuelve todo

mañana otra vez a la caldera del diablo

cierra el telón y se cubre de olvido

la pasión no existe, tribular es como el pan de cada día.

Traga la última saliva que le queda

y así despojado de toda inmunidicia

queda desprotegido ante ella

cual combatiente herido y sin mayor arma que la de su palabra

se despide lentamente para alejarse como el fantasma que es

anhelando contemplar por última vez su bello rostro llamado deseo.

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