sábado, 18 de septiembre de 2010

las mil y una noches

Eráse una vez una historia como ninguna

acaecida la noche, su aliada, el medio donde brotan estas palabras

el juglar urbano intenta una vez más ser un fiel instrumento de su causa

la misma que se instala cada enigmática noche en su estudio secreto

tratando de vencer/se a sí mismo, entreverado entre temáticas irresolutas

no hay poemas de amor ni cantos a la libertad

las musas son una especie en extinción

mientras su antiheroica vida parece extinguirse entre calles agrestes

entre etapas quemadas, en condenas cotidianas, en purgatorios estrechos

el tiempo se le escurre de las manos viendo la película diaria

cómo pasa a través de su ventana indiscreta

en cada golpe asestado por el destino final

ya no sabe si ha claudicado o es un frágil ser sin esperanza

sin embargo tiene aún las ganas de creer que algo puede cambiar

goza de la simpleza de pequeñas cosas que le brindan alegrías mediáticas

privilegiarse de estar sentado como cada ritual nocturno

tipeando historias frente al monitor de su contrastable peregrinaje

alguna que otra salida con los camaradas de antaño

las cartas con la tortuga ecuestre

su esporádica amistad con ella le reconforta, le anima a seguir erguido

sus aún inocentes cordones umbilicales, le aguardan siempre desde sus escondrijos

por él fueran todas las noches eternas

escribiendo de por vida, poder volver a la pintura, estrecharse con los amigos perdidos

no regresar jamás a las canteras laborales

beber insaciablemente de lo que un día fue con él

así tiene que regresar a su refugio

para volver a acostarse con la realidad

a solas

digeriendo su arresto domiciliario

asumiendo la poquedad de sus días

blandiendo sucias mochilas que se arrastran miserablemente

ya no quiere hablar más de ello -por ahora-

disfrutar de lo poco que le queda por descansar

y sí, hoy es nada pues mañana volverá a remar fuerte

para la feroz maquinaria que lo tiene sumido en desbordes que algún día se sabrán

atribulado se retira a mejor vida

para continuar con estas tontas historias de pan llevar

no hay sábados de gloria, solo domingos de cenizas...

No hay comentarios:

Publicar un comentario