sábado, 1 de mayo de 2010

Ensimismado en el fragor de la noche

El frío de tu lejanía me despertó, revuelto entre mis sábanas embarradas de olvido y desencanto.

Me levanté como cualquier noche, qué digo, madrugada; escribir vanalidades entre el baño, discurrir por la escaleras de la impaciencia y tomar al bajo mundo por asalto ya no es una casualidad.

Atrás quedó el día en las galeras, he escapado por algunos días del yugo laboral, mañana no hay que regresar a vestirse de zombie ni formar parte de la feroz maquinaria que compunge mi cotidaneidad, basta por hoy que mañana es feriado y la vida no alcanza.

Ha sido una tarde apacible con la más tierna, la que une mi tregua diaria y llena en parte mi pequeña existencia; hace algunas horas la dejé en su madriguera, es lo mejor que le puede tocar por refugio -por ahora-.

No hay silencio esta vez, las voces apabullantes de invasores vecinos perturban mis pensamientos nocturnos (habría que preguntarles a mis viejos si pueden conciliar el sueño); sin embargo trato de desconectarme de ellos y seguir en mi viaje prosaico.

La película quedó en el camino, la televisión es una compañía imprescindible, el cable una necesidad imperiosa.

Ya estoy por terminar esta breve travesía sin érase una vez ni happy ends mal digeridos, menos mal que comí algo, ya estuviera impaciente por buscar algún pertrecho comestible que sacuda de gusto mi maltrecho estómago.

Mientras unos beben y festejan la suma de un año más a su buena estrella, la ciudad descansa y yo sigo embuído en mis textos maltrechos, es así y no hay vuelta que darle.

No se marchan, los tragos surten efecto y la conversa se extiende más allá de lo soportable, incluso el pequeño inquilino está despierto y contribuye con estrangular a la calma que agoniza a mi lado.

Me tengo que largar, no puedo imaginar ni componer nada que tenga un mayor revuelo, estoy acabado.

Las voces penetran más allá de mi oasis solaz, el sistema quiere colapsar, ya tengo que terminarlo.

Mañana será otro día y fingiré estar vivo, iré en busca de mi otra extensión de vida.

¿Buenas noches?, malanoche, la mañana se avecina.

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