sábado, 8 de mayo de 2010

THE DREAM NUMBER NINE

Desperté de una noche a medias, tras caer agotado viendo una de las tantas películas piratas;

me dejé llevar por el cansancio, la fatiga, el estrés, la desidia y sin más ni menos

fui envuelto en los anestésicos brazos oníricos de Morfeo.

Otro día más sin cable -y sin internet sería la muerte misma-,

nuestras miserables y pequeñas existencias son como ratones que necesitan su queso

para no perecer por las carencias, por las necesidades inicialmente superfluas que ahora ya

no lo son más y se han convertido en factores fundamentales, imprescindibles, planteados

por la modernidad y la tecnología; inventos grandilocuentes vitales para el desarrollo

y la evasión; sin ellos estamos perdidos, condenados al sedentarismo voraz y al vegetalismo

sin remedio alguno.

Miré al espejo, había un tipo somnoliento, delgadísimo, parecía un vampiro, un loco con los

ojos desorbitados, con una eterna palidez espectral con ganas de volver a la vida,

expectante, trémulo, quién sabe...

A la máquina de hacer historias, a viajar por enésima vez por pasadizos extraños y tal vez

encontrarse con algún que otro paseante perdido en el mismo camino intrincado/intrínseco

que tomo esta vez.

Leí tu encomienda textual, muy sentida y conmovedora; muy a tu estilo, muy tuya.

Ahora voy a estar un rato por allí, otro tanto por allá, así es mi transitar

y no puedo evitarlo; la noche exije nuevas víctimas y Demon Nights acecha con su mirada

filosa, palpitante, inquietante, furtiva, tenebrosa e insospechada.

Dejo a él acabar con esta miniserial, como ya es una buena e insana costumbre, aquí no hay

paraísos perdidos ni happy ends para aplaudir o secarse las lágrimas.

Final del espisodio, es hora de partir, something in the way, she shows me...

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