lunes, 31 de mayo de 2010

El último día del quinto mes

Se va como las pelusas de aquel diente de león que algún ayer soplé en el malecón de Chaclacayo.

Ayer medio día de sol en espejismo y hoy frío perpetuo como el silencio de tus labios sellados por el miedo y la duda que generan mi presencia un tanto absurda, otro tanto extraña.

Los amanceres han sido aciagos últimamente y el eco de tus latidos ya no suenan más por este barrio de jubilados atrapados en el pasado y de niños que no saben si existirá algún mañana jubiloso.

Hay tanta gente en mi larga lista de contactos, mudos, sordos y ciegos son los que abundan, son pocos los que se atreven a mostrarse, escribir cuesta.

Cada mañana es una maldita película repetida, la misma escena, la misma rutina, el mismo despertar, el cielo semioscuro refleja la tristeza de tu corazón compungido y el de tu alma en estado de coma.

Apurar un cigarrillo every day, es una muerte lenta y un desayuno nefasto que tengo que agradecer al dador opresor.

Cada noche como costumbre de monje escritor, ingreso al cybermundo de mis recuerdos, de mi pasado, de mi presente condenatorio.

Hoy ha sido un día más en la cantera laboral, los seres -como yo- transitan en el desasosiego y esconden sus miradas esquivas lejos de la infernal maquinaria productiva.

Cierro el telón y como el último acto de la noche, como homenaje póstumo al Círculo Solidario -quien ha anunciado su muerte pública- a don Kique, responsable del trabajo de años de editar historias, mensajes, anécdotas, artículos relacionados principalmente con su alma máter (de la cual no todos tenemos la dicha de tener una).

Va dedicado este encierro textual que quizá no tenga ninguna dirección, solamente palabras lanzadas al ruedo, a la arena, a las tablas, al escenario virtual, o simplemente como pétalos de flores marchitas arrojadas al viento, al río de tus caprichos más escondidos, a la tumba del soldado sin nombre, en tu honor, ¡el Círculo ha muerto, viva el Círculo!

Salud por eso.

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