miércoles, 6 de enero de 2010

LA NUEVA DÉCADA

Tras los restos de pirotécnicos chamusquados, de años viejos incendiados en perfecto olvido, de panetones rancios y maldigeridos, de cenas de fin de año maceradas, avinagradas, fermentadas de tanto desborde, de botellas embriagadas, de juergas interminables, de frenesí incomprensible, de desenfreno mercantilista, de sexo atiborrado en la piel más lasciva, de ensaladas de autopistas marinadas en alcohol, sangre y sustancias surrealistas, de sordidos hostales milveces violados.

Queda la calma más buscada, el viaje necesario, el descanso prodigioso, el reposo ansiado, la pausa soñada, el escape temporal para huir de toda esta batahola.

Entre el último día del año y el renacer de uno nuevo, llegué a buen puerto, la arena de tu recuerdo y el mar de la nostalgia; las conchitas y las piedritas embelesadas de tanto sentimiento, de tanto amor negado, de tanta pasión reprimida en la resaca y la espuma de tu llanto más salado.

Embargado por el canto de aves migratorias, el nado sincronizado de muymuys dadaístas, el viento del sur soplando al ritmo de tu pelo gracil y silvestre, las dunas no son más que curvas y caderas de tu cuerpo que duerme dulcemente mar adentro.

Fueron cuatro días soñados, hermosos, vibrantes, con el sol encima y la irisipela de tu poesía más salvaje, con dos pequeñas sirenas que navegan siempre junto a mí, libres de las redes de tu olvido y los males más aciagos que se puedan divisar al caer la tarde.

La parrilla memorable, la cerveza de tu canto más alegre y los cigarrillos de tu destino escondido se entremezclaron con la eterna música de la noche.

Así nos despedimos de nuestros grandes anfitriones, hasta la próxima fuga, hasta la próxima salida, hacia el sur de la santa espera para encontrarnos nuevamente con nosotros mismos, con nuestros sentimientos más puros, con la belleza de ser libres por un instante, con la ilusión de ser felices aunque sea solo un espejismo.

San Bartolo 2010

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