domingo, 10 de enero de 2010

LA PARRILLADA DE COLEEN

Amaneció soleado, es domingo y ya tengo listas mis alitas para llevarlas a la reunión convocada por la tía Gilda.

Tras coordinaciones con Lucho (mi compañero cómplice de incontables misceláneas) me recoje en el auto fantástico, color dominó, con Rex, su hermano enmascarado.

Es más de mediodía, nos detenemos en un point para apurar algunas cervezas y picar algo mientras hacemos tiempo para ir 'carburando motores'; llega Cato (más parecido a Sarango, el hábil volante veneco) -su primo- para hacer 'mancha' e ir libando más combustible mientras el calor arrecia, las chicas modelan coquetas por la improvisada pasarela del restaurante y nosotros seguimos dándole a las botellas cual excusa más para continuar con lo nuestro.

La cuenta de rigor, unos pagan, otros miramos y de allí saltamos a otro 'hueco', cerca al barrio de los parques verdes y de vidas atrapadas en cielos infinitos, en infiernos perpetuos.

Dos rondas más de 'ofertas', ya estamos 'sazonados' (el tiempo pasa, son casi las tres, ¡qué bestia!), los encuentros con Charlot, el diablo Echeverri y la despedida final, ya nos vemos -el domingo hay otra matancera, ta fuerte-.

Nos arrancamos, -espero que haya gente-, nos decimos en voz alta.
Ya estamos en Monterrico (tras varias vueltas entre perdidos en el espacio y viaje a las estrellas), llegamos al barrio de la china.

Encomendado contra mi voluntad, salto del carro raudo y preciso para tocar la puerta del lugar; no sé quién me abre y estiro el pescuezo para ver adentro, la mesa llena de mujeres de nuestro pasado escolar (¡ta que no hay ni un hombre!), le hago una seña solapa a Lucho para que baje y no me deje ahogarme solo en ese mar femenino.

Ya estamos adentro, Renato se va rápidamente; entonces becho y abacho, cuento rápidamente, creo que son alrededor de diez musas en vía de extinción: la hebrea y nuestra anfitriona Coleen; Karim con un veraniego overol espectacular; lady Laura (la abuelita ye ye, -está regia- recién noto que tiene tremendos ojazos marrones); Miriam (la confundo con Helena, no de los bombones), Adita Thinkerbell, la hada buena del bosque, la chateadora más rápida del oeste; Perla (la mamá de los pollitos) la voz cantante de las amazonas sanjosefinas; Elizabeth, mi bella genio: derramando gracia y lisura al andar; la oradora principal, Maribel y miembra de la comisión Sudáfrica 2010; ¡ah! y las mellizas Pili y Mili, el dúo de oro de nuestra canción criolla, las limeñitas: Rosa y Milagros (como dos gotas de garúa recorriendo por el toldo de nuestra existencia).

Una vez cómodamente instalados -desde nuestro palco suite- saludamos a toda la colonia china y judida presente en tan magno acontecimiento; dejamos nuestras alitas olientales al tío Chaly, el parrillero estrella.

Después de degustar los trozos de reses, de chanchín, morcilla, alitas de llopo y chorizo; apuramos sendos vasos de gasesosas, vinoco (buenazo el de la región de Judá Ben Hur).
Así fueron llegando los comensales menes: el loco Ayres, -Napo para los íntimos- (sin camisa de fuerza pero con varias cargas de electroshock encima) con sus chistes preparados para enardecer multitudes en los velorios más pintados, fue el alma de la fiesta, para qué vean qué buena estuvo la reunión (saquen conclusiones).

Nando, Fer (huevo, más fácil) para sus fans más fervientes; llegó tras brindar excusa por su tardanza debido al recargado tráfico que hubo en su travesía desde San Bartolo hasta aquí (la 'Flower' no le dejaba ir).

Y después llegó -el brachico, el ché, el roto- Mané, con su contagiante carisma y mejor sonrisa; desde tierras lejanas, desde su fundo cerca a Mala.

Lo que son las cosas, yo le dije a Lucho que íbamos a ser un total de quince personas, a lo máximo veinte y así fue; pese a los 'confirmados' y a los dispensados que estaban en plena labor de nanas.

La música ambiental: lentos, clásicos, cumbias, hasta bossas y sambas; anunciaban la caída de la noche y el viaje de Coleen y su hermana Colette hacia el país de Romario; sus hijitas Coral y...(no me acuerdo su name) adornaban la animada y fresca reunión de un grupo de ilusos pero tercos ex colegiales que un día tuvieron la suerte de conocerse y empeñarse en seguir reuniéndose pese a las adversidades, a la desaparición y al ostracismo voluntario de muchos de nuestros/as compañeros/as (los extrañamos y recordamos siempre).

Así ya habíamos llegado a las nueve y tantos de la noche, las despedidas del caso, sazonados uno a uno, a una una fueron desalojando la casa que con tanto cariño nos acogió durante el día de ayer, vale Coleen.

Al final, quedamos unos pocos, mi recuerdo, mi nostalgia, mi feeling recordando a mi hermano mayor desparecido hace diez años exactamente, era enardecido por la cortina musical del país de mi cuñada (ya viene el próximo año).

Bueno, todo tiene su final, nada dura para siempre reza el estribillo del cantante de los cantantes.

Partimos hacia la casa, con Lucho y Mané al volante, 'jalamos' al tío Charly, rememorando sus años de colegial en el Claret; comentándonos, dándonos ejemplos de vida, de cómo hacen para reunirse y el valor de la amistad que trasciende a través del tiempo, pese a los difíciles días que nos viene tocando vivir.

Nuevamente en la reja de la despedida, -hasta pronto, ya nos vemos- y salto cual caminante solitario en una noche de verano, relamiendo el sabor de la despedida y las ganas de seguir bebiendo con los amigos que ya se van -por ahora-
como un blues en la soledad de la noche más aciaga, como un rocklento en el palpitar de tu mirada nada esquiva.

San Luis, Villa Jardín, verano del 2010





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