lunes, 18 de enero de 2010

Cuando muere una radio

Regresiones: son los sesenta, mi instinto musical despertó desde muy niño; recuerdo la vieja radio -que en ese entonces me parecía modernísima- de plástico celeste que había en nuestra entrañable casa de Chaclacayo; la que mi vieja prendía todos los días para escuchar su música: huarachas, boleros, baladas, mambos, rancheras, música a go go o nueva ola(desde hace algún tiempo mal llamada 'música del recuerdo').
También nosotros aprovechábamos para secuestrarla de cuando en cuando y escuchar la música que nos gustaba: rock'n roll, baladas, nueva ola.
1160,Miraflores, Libertad, Ovación, Unión, Stereo Lima 100, América,Omega, Nacional, El Sol,; eran las más sintonizadas.
Posterioremente en los setenta y ochenta: Panamericana, San Isidro, Super FM, Doble Nueve, Teleestéreo, San Borja, Studio 92, Sol Armonía, Radiomar, Radioprogramas, CPN,Inca radio; entre las que recuerdo.
Los tiempos cambiaron,los gobiernos, y con el regreso a la democracia en los ochenta,llegó también la crisis económica y con ella la muerte de las principales emisoras en la banda de la frecuencia modulada: Once Sesenta, Miraflores, América, Súper FM, San Isidro, Unión, Stéreo Lima 100,y recientemente Zeta (Rock and Pop).
Tras esos entierros nacieron otras nuevas, léase: Radio Felicidad, La Inolvidable, La Ñ (ocupa el lugar dejado por Stéreo Lima Cien), Oxígeno, Viva, Romántica, Planeta y las emergentes que se siguen expandiendo gracias al boom del regetón, la bachata la cumbia: La Caribeña, Onda Cero, La Calle (ocupa el sitio de Zeta), entre otras.
Estamos asistiendo nada más y nada menos a la posesión y copamiento del mercado musical de la música popular con raíces provincianas.
Desde las primeras migraciones progresivas desde los sesenta, con mayor incremento en los setenta, ochenta y noventa; Lima es una ciudad casi provinciana; el gusto musical es prueba palpable de ello y la desaparición definitiva también gradual y paulatina de importantes emisoras que en su momento eran poderosas y estaban de moda; ya no lo son más.
Los grandes capitales provincianos emergentes también lo están en la industria de la música: la chicha, la música 'vernacular', el perreo, el regetón, y actualmente la bachata y la cumbia que se ha reinventado y cambiado tanto de formato como de imagen siguiendos ejemplos como el tex mex de nuestros vecinos del norte.
Son miles, millones los oyentes, los que compran la música de sus 'héroes', acuden en masa a los conciertos populares para ver a sus cantantes y grupos favoritos.
La televisión olió esos cambios, tanto así que se crean series repetidas pero con distintos nombres y personajes siguiendo el guión de la calle y del gusto popular.
Los programas vienen con ese tipo de música y las series crean hits para vender y seguir alimentando la necesidad de la gente que se ve reflejada, identificada con los personajes de la TV.
Ante esta realidad, este gigantesco rubro musical tiene cientos de grupos, hay cantidad pero no calidad.
Volviendo a la radio, lo que queda son solo vestigios o pequeñas estaciones que son trincheras que permanecen atónitas ante esta avalancha musical pensando que tal vez sea mejor negocio vender la radio antes de perecer de inanición.
Por el bien de los que queremos seguir escuchando algo diferente y que no maltrate tanto nuestros oídos, esperemos que no; aunque esto suene a sectarismo y/o apartheid musical.

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