viernes, 22 de enero de 2010

LA TORTUGA ECUESTRE

He tomado el nombre prestado de una publicación periódica de un poeta mayor que conocí en el Centro de Lima durante mi trabajo en las canteras gráficas de la década del ochenta; Gustavo se llamaba y combinaba el vano oficio de traducir los sentimientos más hondos que los seres inadaptados necesitamos expresar en un papel virgen más su otra ocupación de relator futbolístico radial e hincha crema incondicional.
Porqué el título, digamos que es un pequeño tributo a aquella niña que conocí en mi época escolar en la primaria hasta la adolescencia en la media (así sonaba más bonito en ese entonces).

Y tiempo después solo la vi -ya mujer- como esporádicos flashbacks; recientemente tuvimos un reencuentro en la internet que a ciencia cierta no sé que destino tendrá este nuevo guión.

Un revival, remember is come to back to live -dicen- tan solo espero volver a cartearme con ella y sentirme bien, ser amigos de nuevo como en la película Melody.

Podría pasarme toda una vida escribiéndole, por ahora haberla contactado es más que un regalo, también una buena manera de comenzar el año, la década, este verano disonante como el sol que quema su piel morena y se escapa a hurtadillas, o será tal vez la fina garúa que no son más que lágrimas recorriendo tu bello rostro como un riachuelo que quiere morir en el mar de los deseos.

Villa Jardín, verano de 2010

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