lunes, 8 de febrero de 2010

A monday in the life

Asediado por este insensato compromiso de seguir en la ruta, piso el acelerador, aprieto el gatillo y asesino con locura, sin pedir nada a cambio espero solo que leas esta nueva entrega, a ti, ¡sí a ti!, extraño, anónima, conocido/a, oculto(a), súpercínica, hoy quizás, tal vez mi nueva amiga que debe estar enfrascada en su ardua tarea de crear y pintar colores santos, volando alto para recibir su recompensa por un trabajo de toda la semana.

También preocupado estoy por no recibir noticias tuyas, el cartero no ha gritado aún tu nombre y me pierdo en el más absoluto silencio.
Aunque suene gracioso, estoy contando los días que faltan para que se de la 'cita cumbre', emocionado, nervioso, ansioso, ¿porqué negarlo? si ha pasado tanto tiempo sin verte ni saber de ti, de cómo te ha tratado la vida y en qué situación ahora te ha dejado.

Las lechuzas blancas tampoco han aterrizado por estos parajes, ni palomas mensajeras, mucho menos botellas arrojadas al mar -como es ya una vieja costumbre- tengo que correr antes que zarpe el último barco que me lleve a mi vieja guarida, a mi isla perdida en el tiempo mil veces rodeada por laceraciones y estigmas que nunca sanarán.

Es la última llamada, ya compré mi boleto de salida, ya van a soltar las amarras, espero verte de vuelta con noticias frecas, no te vayas a ir sin despedirte, hasta la vista my friend.

Villa Jardín, ocho de febrero de dos mil diez

No hay comentarios:

Publicar un comentario