jueves, 18 de febrero de 2010

I V I

Tras una nueva aventura te escribo como un loco esperando la espera que no sabe si desespera.

Vengo de un encuentro con Lucho y tras la rima alcohólica, divago y exhalo, así pues respiro y tras una noche movida con cuantiosos vasos de cerveza explico en ti mi llamarada más intensa y no me importa si es tarde ya pues lo único que cuenta es hablar contigo aunque el tiempo no perdone mis actos y la cuenta regresiva sea más vil que la vida misma.

Así pues navego en ti y mi barca no es más que un tufo mal oliente y cansado por este día mal dicho y menos lógico, mi equipo ha ganado y la excusa es en tu nombre y el triunfo se aleja como aquel estruendo sin título.

Ya sé, es tarde, olvida y disculpa este mal llamado impulso agónico.
Obvia este estruendo y voltea la página, la realidad resulta más triste que la noche en su fulgor más callado.

Disculpa estas palabras incosistentes y dejemos que lo que queda de la noche se acurruque en su último bostezo.


La noche que ganó la crema, madrugada dieciocho, febrero de dos mil diez

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