Tras una nueva aventura te escribo como un loco esperando la espera que no sabe si desespera.
Vengo de un encuentro con Lucho y tras la rima alcohólica, divago y exhalo, así pues respiro y tras una noche movida con cuantiosos vasos de cerveza explico en ti mi llamarada más intensa y no me importa si es tarde ya pues lo único que cuenta es hablar contigo aunque el tiempo no perdone mis actos y la cuenta regresiva sea más vil que la vida misma.
Así pues navego en ti y mi barca no es más que un tufo mal oliente y cansado por este día mal dicho y menos lógico, mi equipo ha ganado y la excusa es en tu nombre y el triunfo se aleja como aquel estruendo sin título.
Ya sé, es tarde, olvida y disculpa este mal llamado impulso agónico.
Obvia este estruendo y voltea la página, la realidad resulta más triste que la noche en su fulgor más callado.
Disculpa estas palabras incosistentes y dejemos que lo que queda de la noche se acurruque en su último bostezo.
La noche que ganó la crema, madrugada dieciocho, febrero de dos mil diez
jueves, 18 de febrero de 2010
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