martes, 27 de julio de 2010

El mercado de Salamanca

Queda a unas siete cuadras de mi casa, pasando la avenida Circunvalación, atravesando el clásico arco de piedra -recientemente reformado-.

Bien voy por la ruta saliendo de la casa por la reja de Virgen de Fátima de frente bordeando la comisaría o como algunos días al salir del trabajo rodeo la avenida El Aire hasta llegar al paradero de la Trinidad; cruzo la gran avenida, cruzo la reja y de allí por un pasaje hacia el tanque gigante de agua me encuentro a unos cincuenta metros.

En realidad, existen cuatro mercados colindantes: todos son pequeños pero bien abastecidos y surtidos, el más antiguo está al costado del segundo y el tercero de igual manera al lado del cuarto (prácticamente están situados en orden cronológico).

El hecho es que aparte de los puestitos de venta que hay en cada uno de estos, están rodeados de tiendas de abarrotes, galerías, pequeños restaurantes, panaderías, dulcerías, licorerías, peluquerías, librerías, salones de belleza, ferreterías, florerías, sangucherías,cebicherías, cabinas de internet, casas de cambio, banco, bares, y todos los etcéteras.

Prefiero muchas veces hacer las compras y caminar un poco más que ir al de mi barrio que no tiene tanta diversidad y oferta de precios como en Salamanca y evitarme ir dos veces a ambos mercados.

Un día cualquiera, una noche cualquiera -por ejemplo- si quiero prepararme un chaufita de pollo o pavita -para salvarme del apuro- voy donde mi casero, Makario -el verdulero- que me puede vender un pequeño atado de cebolla china desde treinta céntimos; el arroz, el aceite, los huevos, el sazonador -donde Frank, el mayorista de abarrotes que tiene unos preciazos; y finalmente la carne en la avícola del amigo Dofo o en la sucursal de San Fernando (el siyau, la salsa de ostión y el aceite ajonjolí los compro en la calle Capón del barrio chino).

Así podría antojarme tomarme un emoliente donde el tío de la 'U', comerme unos anticuchos y pancita en la tía Juanita; comprar el pan donde mi pata el 'flaco'; comprar unas películas en DVD (copias, por supuesto, dile sí a la piratería) a Lucho, en fin.

Me da tiempo y espacio para armar mis menúes mentales y cocinar económicos platos que me salvan del apuro, a mi bolsillo -muchas veces 'lacio' y casi sin balas.

Es también plan perfecto para seres solitarios que quieren 'matar el rato' y hacer una pequeña travesía entretenida conversando con la tía de los picarones, comiéndose una leche de tigre a dos lucas cincuenta con su chicharrón de calamar más(pota off course), 'hueveando' con los caseros 'cagones' de los embutidos y de la bodega Chelita; tirando para el equipo de nuestros amores y de nuestra alicaída pelotita.

De esa manera paso alguna parte de mi descompensada existencia en idas y venidas por esas calles salamanquinas, para dar una vuelta, aplacar un pequeño antojo o solucionar un encargo de último momento (especialmente de mis menores hijas).

Mañana -tal vez- almuerce con Luana un cebiche de pescado con calamar frito y su chilcano de cortesía o simplemente hacer unas pequeñas compras para cocinarnos de acuerdo a la realidad de estas fiestas patrias.

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