domingo, 25 de julio de 2010

Balada del murciélago

Invadido por un impulso irremediable vuelve a la carga como todas las noches,

dejando atrás el día que mañana volverá a ser más de lo mismo,

proseguirá en su loca carrera hacia el desfiladero -como ni el mismo lo sabe-

ha sido/es una semana intitulable, sórdida, atosigante, infernal, despiadada...

cruza en cada amanecer con espectros fumando su soledad, bajando la vida en un sorbo

mintiéndose asímismos, son felices en su psicodelia atormentada, se cubren con etiquetas

de aguardiente malsano, de tristeza chelera, apoyados en el mismo muro cada noche los ve

a su salida, el saludo de faite y un adiós siempre inquieto, se aleja presuroso

para sentarse a componer temas insospechados, libres por una noche que se acurruca

de frío por esta llovizna incesante que mata cualquier intento de salida

ya va el caballero de la noche a montar/se en su prosa incomprensible

Demon Nights tampoco quiere quedarse atrás e intenta tomar por asalto la escena virtual

no es su turno hoy -a guardarse para otra peli que este no es su momento-,

ya no sabe qué día es hoy ni su reloj mediático funciona, trabajar para vivir

o vivir para trabajar, ese es el dilema existencial

un día particular sabe igual a ayer y ahora, hay que terminar el último trago

para secar esta marea de palabras disparadas al viento sin dirección alguna

a dos días para que se acabe la temporada en el caldero del infierno

solo espera el feriado largo para colgarse boca abajo y dormir para escapar

no hay recompensas, guarda su creación en el último cajón de su inconciencia

no le queda otra y desaparece entre los archivos perdidos de este diario virtual

es domingo, mientras la ciudad duerme despliega sus alas por Lima, ciudad gótica

se aleja hasta donde termina el mar, más allá de las tres veces violada

ciudad de los reyes, no he vuelto a saber de él, solo dicen que ahora duerme

no se sabe dónde, no se sabe cómo, no se sabe cuándo, alguna otra vez sabremos de él

estoy seguro como que la luna es un queso de cabra seductor y tú anónimo lector,

un alma perdida entre la incertidumbre de tu última mirada.

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