lunes, 12 de julio de 2010

Ahora en el Bolivariano

La segunda cita lo ponía tenso, ansioso, sobresaltado, impaciente.

El día llegó y tras la jornada laboral a pagar las cuentas del alma.

A recoger el regalo prometido: -salió mejor de lo esperado-.

Rápido a casa a ver lo que restaba del magro clásico, perdimos esta vez.

La hora avanza, hay que alistarse y como si fuera la primera vez, retocado en HD.

Rumbo al paradero, los malditos micros se pasaban -no sabía cuál lo dejaría más cerca-.

El tiempo no perdona, no va a llegar a la hora señalada, ya es de noche, un taxi nomás.

En veinte minutos bajó puntualito en el Queirolo, como siempre,

muchas bocas chupando hasta en la entrada.

El mensaje de rigor, no llega ella, mientras se sienta en una banca afuera de la iglesia.

Otra pareja que cree que el amor salvará al mundo prestos y radiantes rumbo al altar.

Decenas de invitados escaneados en Photoshop muestran sus mejores trapos (¿habrá tono?).

Ya no sabe qué hacer, camina de un lado a otro, se mea de frío,

se encaleta en una esquina para esperarla.

Está en camino, el taxista es un hueverto y Rose está con la hora de Johanesburgo.

¡Al fin parió Paula!: -hola, disculpa la demora, ten por mi retraso.

El caballero de la noche le entrega su obra que es parte de su legado.

Ingresan a la antigua taberna, es algo tarde, todas las mesas ocupadas, ni en el altillo.

A buscar otro hueco, el de al lado no sugiere mucho, -vamos al de la vuelta,

es un poco carioca pero debe haber más espacio.

-¡Ah, el Bolivariano, hace tiempo que no vengo por aquí!

Entraron, el primer ambiente resulta más acogedor, una jarra para comenzar.

-Vendemos en botella,-corrije la azafata, -está bien, una Cristal.

Así se inicia la esperada conversa, ahora la puede mirar

a sus lindos ojos del Medio Oriente.

Tras varias botellas, la vejiga, la próstata y el baño

se unen para la fiesta de los chorros mágicos,

ella también tiene lo suyo y no se queda atrás.

Hablaron de su viaje por tierras gauchas, las fotos digitales dan cuenta de ello.

No pueden dejar de hablar del pasado escolar, de sus intrincadas vidas,

de su añorada amistad de púberes, de la suerte de haber/se reencontrado,

la emoción los embarga y no importa la hora,

es así cuando la noche estalla en sus corazones.

La diva sugiere e insiste en comer algo para asentar mejor el lúpulo.

El piqueo de la casa llega a su destino

y la fuente es saqueada mayormente por el predador.

Han transcurrido casi cinco horas, para esto él le enseñó su obra que era para ella.

No lo podía creer, pensó que era una broma, no lo es,

se lo da con el mayor de los placeres.

Ya es hora de retirarse y también la hora de correr o pagar sus pecadillos.

Un cigarrillo a la salida, la mira acusiosamente, se mantiene guapa

y su porte es más que un poema de un juglar en medio de esta noche encantada.

Ahora ella se despide con un espontáneo abrazo que Kill no lo esperaba.

Se van por caminos separados, su última mirada es para ella que se aleja rápidamente.

Prefiere caminar un poco, divagar y perderse

entre las largas cuadras que separan su memoria del ocaso de la noche.

Ya es de madrugada, de vuelta a casa y esta vez Demon Nights no aparece, está dormido,

anulado por la ausencia de pasión y desenfreno, el cansancio gana esta vez.

Se arroja en su cama desfalleciente pero....entre el goospel,

el jazz y el blues de Ray; acaba con el último cápitulo de esta noche,

mejor que la anterior, así lo cree, así parece, aunque parezca una película incompleta

como la vida misma, duerme su último suspiro,

silbando su soledad, respirando su existencia.

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