miércoles, 21 de julio de 2010

El chino Kique: un acercamiento biográfico

A solicitud de una amiga de carpeta -de la secundaria- de mi desaparecido hermano, trataré de contar acerca de su vertiginosa vida –, la misma que vivió intensamente, con sobresaltos, coraje, hidalguía, amando y odiando pero por encima de todo con un gran sentido humanístico y social; reivindicando la apuesta por el cambio, viviendo los mejores años de su vida tras un ideal: la lucha por un mundo distinto.

Kique desde muy pequeño fue un niño modelo, -muy sano diría- obediente con sus padres, estudioso e inteligente, siempre ocupó los primeros puestos desde jardín hasta culminada la primaria (cada clausura anual recibía diplomas y medallas en ‘honor al mérito’).

Era el término de la llamada década prodigiosa y con ella el mundo sufriría grandes cambios y revoluciones de toda índole: la revuelta estudiantil duramente aplastada por el régimen francés de Charles de Gaulle,mayo 69 en París; el movimiento hippie con el power flower, los Beatles, los Stones, principales abanderados de la invasión inglesa y la revolución musical; Woodstock el concierto de rock de máxima expresión de protesta y libertad juvenil, la revolución sexual: los anticonceptivos, la liberación femenina, la aparición de una moda liberadora y atrevida.

Y el no menos trascedental conflicto armado de Vietnam con los norteamericanos y la lección que recibieron tras la derrota y el retiro de sus tropas.
Los movimientos políticos de Martín Luther King y Malcom X por la igualdad y los derechos de los afroamericanos; los asesinatos de los presidentes norteamericanos John y Robert Kennedy; la tendencia del mundo joven hacia la justicia y el orden social principalmente en Latinoamérica se gestaron la lucha ideológica y la aparición de grupos armados en la guerra de guerrillas –aquí en el Perú con el joven poeta Javier Heraud y su lucha armada desde la selva- siguiendo la línea trazada por la revolución cubana de Fidel Castro y el Che Guevara.

El fortalecimiento y crecimiento del mundo comunista a través de los principales países –Rusia, China y Alemania- que conformaban la llamada cortina de hierro y la guerra fría contra los Estados Unidos, Inglaterra y los países aliados del bloque capitalista.
Nuestro país no estaba exento a esa realidad y en Latinoamérica los gobiernos militares veían como un peligro y amenaza latente el avance de la corriente comunista en la juventud que ponía de manifiesto su disconformidad y rebeldía en las universidades y los partidos políticos de oposición.

Es así que durante el oncenio del régimen militar del tristemente célebre general Juan Velasco Alvarado reprimió todo brote de rebelión y manifestación de descontento popular, encarcelando, deportando y desapareciendo o ejecutando a los llamados enemigos del régimen controlando todos los poderes del Estado bajo una dictadura militar represora sin límites, viviendo al margen de la ley sin libertad alguna; así también bajo un modelo económico nacionalista nos aisló del desarrollo global, con la expropiación, nacionalización de las empresas extranjeras y devolución de las tierras a manos de los trabajadores las empresas nacionales quebraron porque las cosas estuvieron mal hechas y no se preparó a la clase trabajadora para asumir tal reto.

Recuerdo que cuando vivíamos en Chaclacayo nos cambiaron de colegio durante la primaria -prácticamente entre gallos y medianoche-; nuestro colegio se llamaba Los Cedros, era un colegio mixto pequeño, modesto, pero a mí me gustaba al margen de sus contradicciones, propias de la época y sus limitaciones; el caso es que en la familia de los dueños que dirigían el colegio, uno de los hijos, el profesor Kike –quien era mentor de mi hermano- estaba perseguido por los militares por su afiliación aprista, eran tiempos de alto riesgo para la juventud rebelde que se oponía al gobierno.

Mi madre aducía la razón del cambio por deficiencias en el sistema educativo del colegio (que en parte era verdad, años más tarde comprendería que fue por temor, por la adoctrinación política que pudiera/mos absorver y por no tener mayores vinculaciones con un colegio que tuviera problemas con la ‘justicia’ y el Estado).

Al año siguiente pasamos al Winetka, un colegio de varones, libertino; es allí donde nos sentimos más liberados del modelo educativo y de ‘valores’ que recibimos de nuestro anterior colegio, los muchachos –tanto en primaria como la secundaria- usaban la cabellera más larga, lejos de ese corte militar tipo alemán (¡alucinen la moda fascista/hitleriana contradictoria del momento!) adiós al fijador en crema y a la Glostora, qué liberador fue ese cambio.

Era la onda hippie, así como en la película Melody, era la influencia de la época, para nosotros dejarnos el cabello semilargo fue toda una postura, un paso a la rebeldía, un cambio radical en nuestras inocentes y aún cortas vidas.

El cuestionamiento que podrían hacerse tal vez es ¿porqué hice toda esa introducción bastante política y social de aquel entonces y qué tiene que ver con mi hermano Kique?; mucho, porque esa influencia indirecta –si bien un tanto lejana por la corta edad que tenía- serviría como punto de partida hacia su comportamiento y desarrollo como individuo político y activista cultural lo que le daría más adelante una visión más cercana y sensible de la realidad del país.

Tras haber estudiado desde jardín hasta el primero de media (ese era el término de entonces), Kique así como el resto de nosotros pasamos al San José de Monterrico en Lima, colegio mixto de mayor nivel e infraestructura, un colegio particular de nivel clasemediero pitucón (nosotros no éramos hacendados ni terratenientes pero nuestros viejos siempre se preocuparon en darnos la mejor educación haciendo grandes esfuerzos y sacrificios).

Asimismo, luego de haber vivido algunos años en Pueblo Libre, Jesús María y siete años en nuestra añorada casa del jirón Nicolás de Ayllón 674 en Chaclacayo; nos mudamos en el setenta y cinco a Lima, al ‘ecológico’ distrito de San Luis, hasta la fecha la residencia actual de nuestros viejos y guarida extrema a la fecha del que escribe y narra.

Ya desde el segundo de secundaria hasta el último que estudió nuestro buen Quiquito; si bien mantenía buenas calificaciones no era prioridad ser el primero o estar entre los primeros, ya no más, estaba en otra, en búsqueda, viviendo su edad, la frescura de la adolescencia; las pendejadas con los compañeros de clase, la amistad con los patas de verdad, la música siempre presente en nuestras vidas, la curiosidad por el sexo, las primeras jileadas, las primeras hembras, las primeras huascas…

Aquellos días eran tiempos de cambios, de transición de la dictadura militar a la ‘democracia’, la Constituyente –con un desfalleciente Haya de La Torre y los sobrevivientes políticos tanto de derecha como izquierda-, los toques de queda, las marchas populares de la CGTP, el SUTEP, los paros nacionales; el regreso de Belaunde Terry para asumir los primeros cinco años de un gobierno débil que se dedicó desmesuradamente en construir viviendas descuidando otros aspectos más urgentes y necesarios para la población.

La proximidad del APRA para ganar las siguientes elecciones presidenciales del ochenta y cinco bajo grandes expectativas depositadas en una joven promesa política: Alan García Pérez (quien durante su primer mandato se encargaría de escribir cinco años de historia negra en la política peruana).

Al dejar las aulas sanjosefinas Kique se prepara para ingresar a la universidad y para ello estudia en algunas academias de prestigio de aquel entonces; postula y logra ingresar con buena puntuación a la universidad de Lima en la especialidad de Ingeniería Industrial; estudios que seguiría solamente por dos años, de allí decide convalidar cursos y trasladarse a la ‘Richi’ para estudiar Arquitectura.

Es allí donde hace grandes amistades con amigos de su facultad y empieza a nacer en ellos otras razones más importantes que el solo hecho de estudiar una carrera y obtener un título profesional.

Empiezan a crear cosas, a sentir que su país necesita cambios fundamentales y transformar las viejas estructuras en otras nuevas pero con un pensamiento renovador, transformador, revolucionario.

Deciden empezar desde su facultad, tomándola prácticamente por asalto. presentando teorías, opciones y cuestionamientos del sistema universitario, educativo, cultural, político, económico y social en el que el país está sumergido.
Creen en el arte como creación transformadora de la sociedad que puede convivir tanto con la arquitectura y otras carreras ligadas a él.

Nace el Esquisse del Bestiario, una especie de pronunciamiento político/cultural –en la misma facultad de la universidad- donde muestran opciones de creación colectiva que van desde la arquitectura con propuestas nuevas con sentido social, convocan a poetas, pintores y músicos que iban desde la música urbana de Juan Luis Danmert hasta el rock subterráneo de Leuzemia y Narcosis, principales abanderados de la movida musical limeña.

Es en ese primer happening/concierto con tintes contraculturales que empiezan a crear confrontación política con la gente que asistió a ese primer manifiesto.

Posteriormente deciden trasladarse a su nuevo centro de operaciones y es en la Carpa/Teatro del puente Santa Rosa de la avenida Tacna que comienzan a gestar proyectos culturales –apoyados por el municipio limeño- donde llegan a convivir diversas manifestaciones artísticas como la poesía, pintura y música; que va convocando al público en general y a generarse toda una onda nueva en los jóvenes que buscan crearse de espacios alternativos básicamente para expresarse a través de estos medios artísticos.

Luego de algunos años, el proyecto es cancelado por cambios políticos y llegan a mudarse al distrito de Jesús María donde el grupo se va haciendo más radical en su pensamiento político, hay un deslinde entre ellos, quedando pocos miembros para autodenominarse Los Bestias, grupo activista cultural.

Los tiempos cambian así como los gobiernos, Alan García culmina su desastroso gobierno que nos sume en una espantosa crisis política/económica y social; cabe señalar que bastaron tan solo cinco años para que el partido aprista saquee el país de una manera tan inmoral y escandalosa (¿para eso la espera de más treinta años para gobernar así?).

Un total desconocido logra apoderarse de la presidencia de la República, es así que Fujimori con su nuevo partido Cambio 90 arrasa con los partidos tradicionales y se queda gobernando por más de diez años que casi fueron quince, el resto lo sabemos todos.

Desde la época republicana de este país la injusticia social y la corrupción han ido incrementándose vertiginosamente por culpa misma de sus gobernantes, la sociedad en su conjunto y el sistema que los alimenta.

Basta con echar una mirada a la vida en provincias –en especial los lugares más apartados donde pareciera que Dios se hubiera olvidado de ellos, la ley no existe o nunca llega y la justicia se imparte por propias manos de la población-, así como en los barrios populares de Lima provinciana.

Es desde el gobierno de Belaunde, Alan García hasta el de Fujimori que empieza a gestarse la aparición de grupos armados radicales que van tomando acción y haciéndose notar su presencia con la diversidad de actos cometidos en la ciudad y el campo.
Empieza una guerra sucia entre el Estado y estos grupos beligerantes con la consecuencia de los actos de lesa humanidad, violación de los derechos humanos , así como grandes daños materiales y pérdidas humanas.

Son años de violencia extrema, de terror, de miedo, de caos general.

Los Bestias asumen una postura radical similar a estos grupos extremistas y así comienzan su labor propagandística en los trabajos que asumen, deciden cambiar de nombre por los NN (colectivo cultural finalmente conformados por el ‘chino’, Áxel, el ‘Yuyo’ y el ‘chato’), acuden a la Tercera Bienal de Arquitectura en La Habana, Cuba y a su regreso continúan con su tarea de articuladores y activistas culturales; cabe destacar que los NN empiezan a realizar grabados de propia autoría y por encargo logrando obtener obras de gran factura lo que los coloca como uno de los mejores talleres del medio y estar a la vanguardia durante los años que vinieron trabajando juntos .

El tiempo se encargará de separarlos: Kique pasará los últimos años de su vida en Brasil –casado y con un hijo-, Álex actualmente maneja y dirige un taller de grabado de prestigio; Alfredo luego de haber vivido varios años de encierro se dedica por completo a la pintura y el grabado, ahora vive de eso; Carlos está recluido en un penal de máxima seguridad en Puno sin fecha ni destino que le augure ver la luz.

En el 91 Kique cae apresado por miembros de la DINCOTE supuestamente por encontrársele con material propagandístico subversivo, permanece apresado cerca de un mes y medio pero por falta de pruebas logra su liberación; parte al exilio –por seguridad propia y por voluntad de mis padres-a Sao Paulo.

Mi tío Roberto, -hermano de mi viejo- y quien radica por más de cuarenta años en ese país- lo acoge y aloja noblemente en su casa con conocimiento de causa.

Mi hermano tras unos meses de vivir con él deja su casa y parte a vivir a la periferia de la ciudad, Capao Redondo, un barrio marginal de mucha pobreza y violencia cotidiana.
Viviendo en situaciones muchas veces límite, se las arregla y va haciendo amistad con los habitantes del lugar (pese a la diferencia cultural, étnica y lingüística), aprende un poco el portugués, más ‘portuñol, creando sus espacios artísticos culturales, instala un pequeño taller de grabado (serigrafía) y va enseñando a niños, adolescentes y personas mayores su experiencia de vida, ganándose su respeto y cariño por las personas que llegaron a conocerlo, a ser sus amigos y a quererlo mucho por el valor humano que denotaba mi hermano.

Algo que Kique siempre ha tenido de especial es que tenía una personalidad apabullante, la gente que llegaba a conocerlo bien llegaba a estimarlo y a cogerle un cariño muy profundo por ser como era y no tenía ningún problema de hablar con cualquier persona sea esta cualesquiera su condición social, color o credo; esa era una gran cualidad (pero eso sí, le gustaba confrontar ideas aunque no esté de acuerdo con la persona que tenía al frente, siempre tenía las cosas claras), heredada del patriarca fundador del clan Wong, mi abuelo, mi tata: Wong Pac Pen, don ‘Rafae’, papá de EWC, mi viejo.

Así va ganándose la amistad de la gente que habita ese lugar y Kique empieza a hacer/se imprescindible en sus vidas por su actitud ante la vida, por su compromiso social, por su total desprendimiento, por su solidaridad con los más necesitados, con los más olvidados, con los desposeídos, por ser como es.

Sin embargo, el destino le plantearía pruebas aún más difíciles que sortear; estando los últimos años en Lima –antes de su partida hacia su exilio- ya se sentía un poco disminuido en cuanto a su salud, a pesar de su vitalidad puesta a prueba de balas, la vista le cansaba –usaba gafas desde que ingresó a la universidad- sufría de esporádicos y terribles dolores de cabeza, -migraña decía él- que lo ‘tumbaban’ y lo dejaban postrado sin energías para realizar con normalidad sus actividades diarias.

Es en Sao Paulo que ingresa al hospital estatal para hacerse un chequeo médico y le detectan varios tumores –‘benignos´- en el cerebro; la causa de los males que le aquejaban.
Los médicos, excelentes profesionales y mejores personas diagnostican que urge realizar una intervención quirúrgica de emergencia para tratar de extirpar el mal, evitar que los tumores no crezcan ni avancen porque podrían convertirse en malignos de tal manera que podrían poner en riesgo la vida de mi hermano.

Los galenos –asimismo- advierten y no garantizan nada ya que es una operación de alto riesgo por la zona tan delicada donde se ubican los tumores y que podía comprometer tanto la vida del paciente como las funciones vitales que controla el cerebro llámese los cinco sentidos y otros como la memoria, los reflejos, los movimientos de los miembros tanto inferiores como superiores, el habla, entre otros.
Mis padres viajan de emergencia para hacerse cargo del tema y ayudar a mi hermano en este difícil trance.

La operación se realiza tras largas horas en el quirófano, Kique se recupera en cuidados intensivos y el doctor –uno de los mejores del medio- responsable de la intervención anuncia que mi hermano tuvo suerte esta vez, extirparon casi un cincuenta por ciento de los tumores pero no la totalidad debido a su ubicación en zonas que han llegado a comprometer su memoria, el habla y su función motora; lo que requería de una terapia de rehabilitación, era como si hubiera vuelto a nacer, tenía que aprender y a comenzar de nuevo (una prueba durísima por cierto).

Kique recibe tratamientos de irradiación (baños de cobalto), quimioterapia, hasta lleva un tratamiento con su propia orina, se vuelve vegetariano por necesidad (él ya era semicalvo una vez salido del colegio y ahora prácticamente se la había caído la totalidad).

Durante su estancia en Brasil Kique llegó a recibir tres operaciones al cerebro y mi madre –quien nunca lo abandonó hasta que se recuperase- nos cuenta que era muy doloroso para él, tenía miedo de morir o quedar en condiciones lamentables, cada operación era un vía crucis, una apuesta al destino, una ruleta rusa, un salto a no saber dónde, prácticamente siempre se despedía silenciosamente en cada intervención porque no sabía si iba a regresar, las lágrimas se le escapaban durante todo este proceso.
Mi mamá jugó un papel determinante antes, durante y después de los procesos operatorios, en las terapias de rehabilitación de mi hermano, era su compañera perpetua, la fiel progenitora que nunca abandona al hijo cuando este más necesita del apoyo y afecto que ningún ser del mundo podría darle o igualársele, es parte del desentrañable misterio de la vida.

Lo que Kique no sabía qué era lo que le aguardaba, una sorpresa tan grande que cambiaría radicalmente su norte, su corazón y la oportunidad de llevar una vida feliz junto al gran amor de su vida.

Es en las terapias de rehabilitación donde conocería a la mujer que estaba esperando y la que se convertiría posteriormente en su amiga incondicional, su amada/amante, su confidente, su compañera, su esposa.
Dulcimar (Dulce ) era su terapista (le dicen allá), -terapeuta aquí- que al principio –según ella misma lo cuenta- lo trataba como cualquier paciente, incluso al comienzo le molestaba un poco, dado que Kique comenzó a fijarse en ella y comenzó a ‘afanarla’ pero ella no le daba pie –aún-.

Poco a poco fueron congeniando, conversando mucho, compartiendo tantas cosas en común: la música, la poesía, las artes, los ideales, la vida misma que los hacía cómplices de tanto por contar, por sentir lo que les estaba pasando y que estaba tomando forma de algo que atrapa, atormenta, emboba, aturde, emociona hasta el tuétano, cuando el corazón se agita y palpita por la persona ansiada, eso que dicen que se llama amor.
Así tras un tórrido romance se casaron al poco tiempo.

De las enamoradas que le llegué a conocer a mi hermano (bueno, de Kique si bien podía decirse que no le faltaban mujeres tampoco podría titularlo de mujeriego, jilero sería más acorde con su estampa) me acuerdo de tres mujeres especiales, cada una en su contexto, en su tiempo:

Lily –‘la loca’- con quien estuvo los primeros años que vivimos en el barrio (ella, buena gente –hoy casada- aún vive en la misma casa rosada, en La Trinidad, cerca a la reja que da a Circunvalación).

Mapi(ta), estuvo años con mi hermano durante la época universitaria hasta que terminaron por intereses opuestos, mi mamá la quería como a una hija y añoraba que termine casada con mi hermano, luego de andar por los rincones más alejados de la tierra, convivió varios años con alguien pero jamás se casó, regresó para mi matrimonio y de allí siguió viajando, luego la volví a ver para no saber más de ella desde hace unos diez años, la extraño y la recuerdo.

Michelle, fue la penúltima –antes de su partida al Brasil, antes de conocer a Dulce-; guapa ella, también estuvo buen tiempo con él y pasaron muchas vivencias juntos, buenos y malos tiempos (especialmente cuando andaban juntos como uno solo, en los últimos años previos a los sucesos que ambos vivieron durante su detención); y a veces una cara bonita no siempre es lo que parece ser; algo que me decepcionó grandemente de ella es que cuando Kique estaba allá en Sao Paulo (pasándola mal), me la encontré después de tiempo, me saludó muy fríamente, es más, ni me mencionó ni mandó saludos para él, como si fuera que nunca lo hubiera conocido y lo hubiera borrado de su mente, alucinante pero esclarecedor a un tiempo.

Algo que para mí fue y continúa siendo una experiencia inolvidable la del viaje soñado que realicé –a Sao Paulo- exactamente durante el mundial de Francia 98.
Para esto tanto mis viejos como mis hermanos Aldo y Jose ya habían viajado para allá, yo era el único que faltaba y mi tía Lily (el Ángel de la Guarda) hizo posible ese sueño anhelado, simplemente no existen las palabras adecuadas para decir lo que debería ser, quedo corto y mis pensamientos asumen lo que mi corazón expresa, las gracias por toda la vida y más allá de la eternidad.

Aquellos cuarenta días fueron imborrables e impagables; el encuentro con Kique a quien no veía desde aquella noche oscura del año noventa y uno que partió triste y silenciosamente rumbo a su exilio, el conocer en persona a la que sería su esposa y mi cuñada –Dulce-, a su familia, reencontrarme con mi tío Roberto, el gran tío Roberto con un corazón inmenso, mi tía Vilma y mis primos.

La realidad avasalladora de conocer una cultura diferente, la metrópoli con toda su modernidad e influencia europea y americana pero sin perder su autenticidad de país sudamericano: alucinante e increíble.

Las conversas aleccionadoras, largas y ‘desahuevadoras’ pero francas con Kique y Dulce, las andanzas recorriendo las calles paulistas, el conocer la familia, sus amistades, cocinar gustosamente para ellos y también para mi tío; fueron cuarenta días de cariño contenido, de magia, de la alegría de ver/lo a mi hermano contento pese a su estado actual (ya era un discapacitado, medio cuerpo lo tenía paralizado, la memoria le fallaba) era de veras feliz, algo que jamás llegué a notar ni siquiera aquí en su propio país; ¡cuán cierto es eso de que nadie es profeta en su tierra!

La despedida fue y sigue siendo algo muy significativo para mí, para él, para ambos (teníamos las lágrimas contenidas por tantos años, por este regalo del destino que mi cuñada comentó con la verdad que solamente sus palabras suelen hacerlo: ¿porqué no lloran, acaso por el hecho de ser hombres no tienen qué llorar?,¡ hombres!..

Y de veras que para mí fue una despedida de verdad, así lo sentía cuando me despedía de mi hermano rumbo al avión; aquella fue la última vez que vi a Kique, a los dos años, en el dos mil fallece en un accidente de tránsito.

Debo confesar ese hecho como algo inexplicable (saquen sus conclusiones), yo me encontraba saliendo de una clínica en San Isidro, era agosto –si no me equivoco- del mismo año del suceso, y estaba comentando con mi ex esposa que a Kique no le gustaba que escupa al suelo, ni en la calle (yo lo estaba haciendo en ese momento) y estaba pensando en él, a los pocos minutos me llama mi papá urgente –muy compungido- que vaya para la oficina que… Kique había muerto, quería verme.

Llegué rápidamente y lo primero que hice/hicimos –mi viejo y yo- fue abrazarnos fuertemente (algo que no sucede entre nosotros por la compleja relación que llevamos).
Ya más repuesto me comentó que el tío Roberto lo había llamado y fue a reconocer el cadáver de mi hermano, al día siguiente mis viejos viajarían para su funeral.

Qué explicación hay en todo esto, ¿acaso mi hermano con mi último pensamiento hacia él se estaba despidiendo de mí, y que con mi viejo logremos reconciliarnos para llevar una relación más fraterna y llevadera?

Lo dejó allí, es algo que llevaré conmigo hasta los últimos días de mi existencia.

El enigmático círculo de la vida nos da siempre lecciones, nos muestra varios caminos: cuando alguien muere, otro nace y así pasó con Kique; tras una desdicha emerge una esperanza.

Su paso por estas tierras dejaron una huella, una semilla que germinó en el vientre de Dulce y dio a luz una nueva vida: Pablito (el tiempo ha pasado, ahora tiene nueve años), hijo que llegó a ver (creo –pienso yo- que ese debió ser su último deseo de mi hermano, sabiéndose enfermo, con la consecuencia de sus actos, que su enriquecedora vida se estaba deteriorando y extinguiendo).

Tanto Dulce como Pablito llegaron a visitarnos además de haber conocido tanto la tierra de su padre como la familia que tuvo que dejar atrás por el rol que le tocó asumir.

Este próximo veintinueve de julio Kique cumpliría cuarenta y nueve años; en su memoria qué mejor tributo que el de hacer un repaso a su ambivalente recorrido; con tu permiso déjame obsequiarte este flashback:

En Jesús María, nuestros viejos tenían el negocio de chifa por reparto a domicilio (hoy delivery) había un ‘paisano’, un chino grande y robusto (el cocinero) se carcajeaba cuando maté a tu pollito de un botellazo fuiste corriendo a acusarle a mi mamá.

O cuando estábamos jugando en el patio interior de nuestra anterior casa en Chaclacayo, te resbalaste y tu mentón fue a dar contra el borde de los asientos de cemento, se te abrió una heridota, se veía la carne ensangrentada, como la pulpa de un melocotón.

Jodíamos al guardián del parque y toda la mancha: tú, yo, Aldo, Beto Varona y Beto vecino corríamos como endemoniados para escondernos dentro de la casa y el huevón jadeando de cansancio por la tremenda carrera mirando para todos lados nunca nos ampayaba mientras nosotros lo veíamos desde nuestro escondite cagándonos de la risa.

Ya en nuestro actual domicilio en Villa Jardín, una vez trataste de defenderme de un negrazo, un cobrador de micro que me estaba sacando la mierda a puñetazos por haberle roto las lunas del micro a hondazos.

¿Recuerdas cuando cambiamos las pintas en una pared de la avenida Canadá que decía: ''El APRA al Poder'' por ''El APRA al Joder''(para la campaña presidencial de mil novecientos ochenta) y una mancha de ‘búfalo’ bajaron de un auto con cadenas y botellas para desgranputarnos; corrimos y nos escondimos con varios patas del barrio en una construcción; a ti te agarraron porque eras más lento que una tortuga –solo te dieron una patada en el ‘huesito de la alegría-; luego había un carro que daba vueltas y vueltas; pensábamos que eran esos huevones que no se iban, al final resultó que eras tú
–con el Malibu Súper Sport Chevelle 1977- de nuestro viejo buscándonos, un cagüe de risa.

La última: cuando te fuiste y nunca pude abrazarte como se debe, jamás llegué a decirte cuánto te respetaba y admiraba, mucho menos que te quería, entre otras cosas; la relación de cosas que nos unían y a su vez también otras tantas que nos distanciaban (bueno, ambos hubiéramos dicho que no existe el mundo perfecto como buenos Wones).

Este es un intento, tan solo lo poco o mucho que puedo dar/te a través de mis palabras traducidas en estas líneas virtuales.

El próximo año –para el aniversario de bodas de oro de mis viejos- vendrá la comitiva brasileña: con mi tío Roberto a la cabeza, Dulce y Pablito; tú estarás también presente porque aunque no te veamos ni te tengamos cerca; ya sabemos que el pensamiento, la fuerza del amor y el cariño que existe entre todos los que tuvieron la suerte de desfilar por tu álbum vivencial; será suficiente para contar contigo en ese momento que será imperdible y difícil de olvidar.

¡Salud contigo Kique!

2 comentarios:

  1. mi querido primo willy como te dije la ultima vez que hablemos ..escribes mucho mejor de lo que hablas(hablas poco...)...sabes es maravilloso como haz podido sacarle el jugo a los recuerdos y cada cosa en su tiempo...recordar esas cosas de quique que lo señalaban como alguien diferente , con un destino único...por supuesto ..sí lo recuerdo. pocas fueron las veces que hable con él en verdad, pero ahora creo que fueron las necesarias para poderlo distinguir de los demás. Creo que todos te damos las gracias por la forma exquisita que tienes al escribir, creo que lo deberias hacer ya en otro nivel, ya que mi tio tiene una revista te deberia de dar una oportunidad para que te desarrolles en el TALENTO que recibistes de Dios.
    Dios te bendiga y que guarde ese talento tan hermoso que hay en ti.
    Tu primo chechi.

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  2. Gracias por el relato y por las emociones provocadas, por los recuerdos, por la parte de su vida no conocida, por la foto y por la pelicula, por llevar a otro nivel los pensamientos.

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