viernes, 2 de marzo de 2012

el tercer mes con el conteo a cuestas

Encumbrado en mis dudas eternas -digo que soy pero no me la creo tanto-, atravesando mis pensamientos absurdos

muero junto a febrero en carnavales sombríos, muy cerca al olvido de su tiempo es oro, no la mencionaré por esta temporada

el quinto día advierte que después de las doce horas especificadas en el contrato patronal habrá matancera sin guaracha por la venida de Ponch

-no estoy seguro de corresponder a su llamado fraterno-, es duro continuar al borde infernal entre campos saqueados

después debo dar respuesta al llamado del poeta del 'sol partido a rayas'; con el presupuesto masacrado difícil estar dispuesto

no quiero la bomba de mi tiempo en mis manos temblorosas -aquel dedo medio jamás regresará a casa-

ni con todo el esfuerzo de Alvin Lee, me quedo con la delgadez postpúber de mi larguirucha sacrificada por los años postergados

desenmascarar la verdad a medias es un juego que nunca dominé, otro cuento chino a un mutante fusionado

está bien pendejo escuchar promesas de sinfonías que creía aprendidas, una mentira bien construida

el calor desde tempranito, desde la avenida barrial, desde los pasos apurados a ritmo de psicosis urbana

el otro distrito empieza a cocinar sus primeras esperanzas del avance de los sudores sin recompensas

debo saber para qué ese comentario surquillano en series cotidianas que invocan un final con regreso

con sabor a revancha, con oportunidades que solo se cuentan una sola vez (cruzo la última raya hacia la isla contadora)

en estas dos últimas décadas abusivas para no acordarme más, el destierro de la sentencia gradual debe pasar a mejor vida

no te nace lo que creo, ya para el viernes a tiro de gol, anhelos mundialstas solo para imbéciles

chaqueteo por las noches insomnes me cuelgo como el murciélago vengador vigilante de sus textos por venir

sin confirmación -la muerte por inanición como castigo divino- me duermo sentado que arribe tu próximo tren

ahora solo quiero la creencia de los corazones plenos, de mi fe negada, de mi pesimismo pujante y obsesivo

ocho días para Laredo, el plazo se ha extendido en cómodas cuotas atemporales, solo ella lo sabrá...

No hay comentarios:

Publicar un comentario