domingo, 19 de febrero de 2012

caminata para dos

Tal como acordamos, tempranito para arrancarle todo el tiempo que nos deje el domingo

para olvidar las miserias y los boleros oxidados, la mañana me trajo el sol a mi sonrisa vulnerable

de corto para asumir el verano inimisericorde, de combi canadiense al ciempiés blanco hacia el pituco distrito

ella en el edificio -por ahora- lista con la alegría de sus nobles doce lunas cascabeleras

ojos rasgados, su etiqueta emangioma que no es más que un tatoo de vida

boquita tierna que calla cuanta pena que le rodea por incomprensibles decisiones que a ella jamás le preguntaron

ocho pisos en su haber (tira y retira) partida hacia la plazuela barranquina para el chequeo de la obra del Delfín

de allí bajando las escaleras del puente de los suspiros sorteando el romántico y extinto pasado

por el presente del paisaje inconsistente con pérdida de personalidad y deshechos agrediendo la vista al pasar

la playa abajo de la costa verde para las historias pintadas y las formas esculpidas por el veterano maestro

raspadilla itinerante para aplacar el cansancio a la búsqueda de sombra en el mediano anfiteatro

regreso hacia Ocharán para la visita de la amistad con cariño acumiulado, al cuarto con intercomunicador

la expectativa colmada por los pequeños ojos y los anfitriones en su cálido hogar con las obras en la galería improvisada

conversa necesaria con ternura y los años aprendidos, el inquieto engreído entrometido entre ladridos and risas premium

ya vamos, inolvidable incursión, atrás las cervezas y las empanadas, la promesa de una cocina para Manuel

la mirada en contrapicado, desde arriba la despedida por el regalo de conocernos de casi una retrospectiva

al barrio, a la casa patriarcal, al almuerzo reclamado, la tarde para el reposo, de allí al lonche de retirada

después de películas bizarras adioses a sus abuelitos, la microbeada pesada dominical por avenidas fatigadas

-over again- al octavo pedaleando fuerte, chau con mi niña gusano, chau por un domingo para la tregua

hasta tu retorno hacia la casa de la almudena, hasta ver de nuevo tus lindos ojos iluminar mi vacío perpetuo.

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