miércoles, 1 de febrero de 2012

Divagaciones con garúa limeña

Atravesando el camino de regreso a casa, contemplando el paisaje urbano y barrial me someto a la dictadura de tu indiferencia cruel y sincera, a las palabras graves como tu voz, a tu tono ausente y distante.



La tarde se despidió con tenues lagrimitas de angelitos limeños; así es esta ambivalente ciudad en esta calurosa estación de corazones varados en paraderos inexistentes, me inserto al mar asfalto a la espera del gran dragón naranja.



Hienas oxidadas rodantes vociferan como si las calles fuesen distritos arrasados; de cuando en cuando, entre sus adentros viajan bellas hembras atrapadas entre sus vísceras cachineras (oasis visuales en una ciudad malcrecida), cada largada es un tour desenfrenado que no avizora mayores augurios hacia su destino cruel y miserable.



Las pequeñas gotas nostalgia del cielo gris posvirreinal inquietan mi memoria hacia los años cándidos , solíamos ir a la caza de caracoles rompefilas en las veredas chaclacaínas, los cochinitos de la humedad acudían también a esa estampida emotiva tras el concierto del agua, después el

-somewhere over the rainnow- era el premio de la naturaleza, tal vez un rayo fantasmal cruzaba el firmamento, nuestros inocentes y pequeños ojos solo atinaban a quedarse pegados para ver aquella vieja película jamás estrenada.



Montado ya en la realidad del 'orange dragon' veo la vida pasar, mañana las manos en el piano por la estrella de Pinner, sus extravagantes gafas rockeras a pesar de su tiempo volteando la esquina, mi hija y su sueño mediático.



El mes carnavalero en curso, la misma senda hacia la vuelta villajardiniana, llegada a la casa de mi segunda, veo a mi reflejo hecho niña que me dice-hola papi, ¿cómo te ha ido?...

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