viernes, 17 de febrero de 2012

diecisiete días a la muerte del verano

Trasuntando entre fuegos incandescentes me llegó el viernes, tregua urgente para volver a las calles de Lince



sin tirano sol que tolerar, me aboqué al juego de las llamas saborizantes con el encuentro de nuestros antepasados




manos al noble animal con cortina musical rockosauria en la noventa y nueve





asumo mi regreso al taller de los sueños para partir un poco hacia el destino de la sonrisa con recompensa





última parada cerca a la guarida de viniloman, los tres stands y la esperanza almacenada from the inside





la toma del expreso para la calle miraflorina con sabor a encuentro mutante, ella me inspira





lonche para abrazar nuestras miradas cómplices, para estrujarnos con nuestros ojos bluseros





la película de última, final improntu, -gracias por tenerla- hasta el domingo en la plaza barranquina





caminata lunar en quince, subibaja combi, travesía avenida, paradero guardería, último paseante





la máquina agenda de diario visitar/ inevitable incursión/las palabras vuelan bajito por mi cuadra





saltié al otro día como todas las noches literarias autodidactas y me acordé del vigilante de ciudad gótica





jugo helado, fruta prohibida, baño aforo





recordando el proyecto cocinándose, porfiando entre el noble placer de crear aunque nada espere





que no me duela aceptar el nombre del riesgo de extroversión por el regreso de los textos dormitados





ya encripto, ya encaleto, ya duermo...

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