Disperso de domingo

Y así anduve y anduve entre claroscuras horas lateando mis angustias perdidas en la noche extrema sensasión térmica vorágine ciudad (reality float on). El maestro del taller con nombre de guerra suspendido por viles sentencias que la ominosa -no es ciega, es cruel- poquito para su bitácora al oeste país que sonará a carnaval intro resplandeciendo la otra orilla que un día abracé los años postergados en la mirada dulce, dura, tierna y puntual del chino que se fue pero que trajo melodías contenidas para el álbum de mi memoria imposible. La tierra de los buenos aires inquietos por llamaradas de la madre reclama saqueo del homo depredador no sabe que es suya, ahora la pequeña Alicia enmaravillada por su duplicidad fabulesca anuncia siempre sus historias en funciones estelares en el kiosko de las avenidas virtuales cada vez que abro el telón. Agazapada pero no fugitiva su nombre trae fresca canción a mi alma cansada de esperar, ya sé de memorias gratas desde columpios primariosos -la noche que murió Chicago-, paseando por los patios recreativos de las travesuras desbocadas hasta después de clases (siempre olvidé mis chompas colgadas en aquel solitario árbol cuando mi tiempo era rocanrol en el Tomasal de regreso en dos dragones urbanos que mi madre apuraba). Niña mía de vértigo barrio jardín extraviada de pasión en su melódica extrema silenciosa dirección -contra el tráfico que no te parezcas tanto a mí-; tu momento aún no grita porvenir, por venir. Tú sonríes, yo escaneo tus floridas imágenes que saben más de remedios contras las penas, me alegra que tu sol no se apague, tres yuquitas ensalsadas para la partida útimo día que celebrarán con otros cuentos al revés. En el tintero están las próximas respuestas que por mis altoparlantes procesionales sacudirán la próxima semana en vano o quizás un blues del recuerdo fiel y sincero me aguardará sentado todas las noches en el mismo paradero de mis anhelos cómplices como la luna espera al mar...