domingo, 24 de marzo de 2013

El Análisis

Ahora ya teniendo el análisis en frío del pasado partido con el histórico rival existió un principal factor que resultara determinante en el desarrollo del encuentro. La actuación del árbitro (argentino) que se equivocó a favor nuestro -mi veterano viejo cree que ha sido 'refilado', yo no creo si carecemos de peso dirigencial, hace años que perdemos en mesa, nadie nos respeta con los pseudodirigentes que ven en el fútbol su vil alimento en el sistema corrupto y mafioso dónde se mueven -tal cual es la FIFA intocable- a partir de la muerte del entonces presidente de la CSF Lito Salinas, muchas décadas atrás-. El de negro fue localista con o sin descaro pues no cobró un penal más grande que la deuda externa; no expulsó a Lobatón en una jugada que merecía otra amarilla (ya tenía); esos fallos que fueron injustos -pero la justicia no existe en este apasionante deporte, tamaña ironía- pudieron y debieron cambiar el curso del partido e incidir en su resultado final ya que a estas alturas estaríamos hablando de una derrota o un empate que tampoco sirve. Atención que Chile tomó el control del encuentro desde que se apoderó del dominio de la mediacancha porque jugó mejor y Markarián entregó el partido con la alineación que mandó a la cancha: Lobatón nunca debió arrancar a la sazón de las desafortunadas actuaciones de Ramírez y Cruzado responsables de la conducción y destrucción del mediosector -otros ladrillos más a nuestra (re)conocida gitanería tan peruana desde años inmemorables-. La diosa fortuna fue el otro factor que también jugó con el número aciago: el 13 -la hinchada es el jugador número doce-; un palo y dos salvadas en la raya ahogaron el grito de gol del equipo sureño. El segundo tiempo la historia fue otra, el equipo salió con otra actitud a buscar el partido, los cambios dieron resultados; en el primer tiempo (me comí esta parte) Álvarez ingresó con buen pie por un lesionado y desordenado Ramos; Lobatón que estaba en capilla, nervioso y desacertado en los pases fue cambiado por un pícaro y enchufado Mariño que empujó al equipo generando más ocasiones de gol en el segundo tiempo hasta la llegada del gol de Farfán -el jugador de la noche y el más desequilibrante- que definió mal en la primera hasta el rebote que terminara con el ansiado gol que alegró al país entero. Yo contabilicé siete ocasiones de gol (claras y las no tanto) en el primer y segundo tiempo por parte nuestra -incluyendo el gol- contra seis de Chile en todo el partido (incluyendo el penal no cobrado); así es que hay dos fases distintas de dominio del encuentro; el primer tiempo con un Chile como claro dominador y el segundo con un Perú equilibrando las acciones por la forma de encarar el partido generando las más claras: Pizarro y Hurtado; una noche para el olvido; pero Pizarro es más conchudo ya que en él recae la mayor responsabilidad por la categoría de jugador que es, que se le exige y espera siempre aún más, quién sabe si tuviera una especie de maldición con la casaquilla nacional ya que le resulta el manto nada sagrado, una suerte de fetiche exorcizante que lo convierte cada vez que la viste en un ser pequeño y en uno de los personajes más despreciados de este controvertido país. En el balance final: los arqueros -Fernández y Bravo- fueron baluartes cada uno en su escuadra pues acallaron las gargantas ansiosas del grito interjección más popular del planeta. La defensa no es colosal -una de las más vencidas y débiles del torneo eliminatorio- es el punto más débil que tenemos pese a destacadas performances -principalmente del debutante Joel Herrera-; junto al mudo Rodríguez con mayor aplomo y experiencia, Yotún -el invento y engreído de Markarián- es inconstante y bastante nervioso hasta que se da cuenta que puede y se manda hacia adelante como en el gol pero no lo hace siempre. En el mediosector ya nombramos a 'Cachito' y a Angelo con sus falsas actuaciones -un partido juegan bien y en el otro salen con los chimpunes cambiados, ¿mejor, peor? Farfán es el jugador diferente pero adolece de cuota goleadora porque ahí radica su deficiencia futbolera pues de lo contrario estaría jugando en un equipo de mayor jerarquía mundial. Yordy Herrera es para la espera pero tiene un futuro envidiable siempre y cuando evolucione no solo futbolísticamente, si no en lo físico, siempre y cuando desarrolle en su masa muscular y potencia que lo pondrían en una mejor vitrina del mercado futbolístico. Los grandes ausentes: Paolo Guerrero -actualmente en el mejor nivel de su carrera-, la cuota de gol que adolece Perú, sin él sufrimos y cuánto; Juan Manuel Vargas está cobrando las deudas de su loca cabeza y a mí mediano entender ya está bajando la colina de su máximo rendimiento, creo que su presencia resulta innecesaria ya que hace mucho que no aporta al equipo por su falta de profesionalismo, su falta de físico (y eso que ha bajado más de diez kilos), ya no es el jugador que se come la banda por la izquierda con sus subidas, sus centros venenosos, sus disparos potentes siempre buscando el arco rival; y con la garra que siempre le caracterizó; son ahora leyendas peloteras; ojalá me equivoque y me tape la boca pero creo que su caída está en proceso pese al cariño de la gente y la sobreprotección del más paternalista entrenador -más motivador que DT- como lo es el 'narrador de cuentos' el nada mágico Sergio Markarián (un viejo zorro, de los más 'floreros' que he visto en mi vida, claro con el sueldazo que cobra las balas son chocolatitos). Ya me olvidaba del 'León' Zambrano que muchas veces equivoca el concepto de que 'meter es llevarse la pelota junto con la pierna del rival', pero puede corregirse si él asume esa mea culpa, se le necesita bien concentrado y físicamente apto para defender la zaga; sus reiteradas lesiones hacen dudar también cuánto ha de durar en este deporte de contacto. Ha ganado Perú -como dijera un viejo amigo- "es un triunfo oasis en un desierto de derrotas" - una realidad casi surrealista que vive un país sumido en las ansias de ganar pero que le cuesta, que teme el triunfo pues se ha acostumbrado al camino más fácil y conformista: la derrota cotidiana, pues nadie que trabaja en el producto fútbol va a vender lo contrario jamás porque el sistema funciona así y la gente se ilusiona, es bueno ilusionarse, es bueno creer en que se puede (a pesar de que los medios y el sistema de la pelota negada siempre venden humo) porque el ánimo cambia, la gente se siente que es parte de este triunfo pasajero y mediático, todos quieren subirse al carro ganador -ahora sin Dakar-; sueña el país con la resaca del último viernes, yo no tanto porque soy un pesimista/optimista y un ácido crítico que sí cree que Brasil 2014 está muy lejos para nosotros a pesar de las matemáticas y del gran sueño que un pueblo sufrido y porfiado quiere ver y que no se lo cuenten como en México 70, Argentina 78 y España 82; ya es tarde, me apago junto con el computador...

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