domingo, 6 de junio de 2010

La noche no es más que el estallido de lo inconcluso

En una nueva aventura interirracional se adentra el eterno personaje que sale creado entre la motivación más suprema o el flagelo de miles de melancolías mal nacidas.

Entre el abrupto de ser un bicho vagando pusilánime y erecto como la múltiple de las creencias en su nido más preciado, solo el alma vagabunda intercederá entre la penumbra y el eterno fantasma de no conocerte.

Ya basta de creer que el amanecer es brillante y sólido como la gran sonrisa que muestras tras la caída del sol de este otoño falso como la ingratitud que se esconde anónima y barata, nunca vsita, jamás amada.

Tal vez estas líneas te sorprenderán un poco más a la izquierda de tu grácil mirada que incontables cóndores extintos se arremolinan tibiamente bajo tu pecho herido de tantas preguntas vanas y sin mayor sentido que el haberte conocido.

Así me retraigo cabizbajo, subterráneo, impávido, doloroso, inquieto de sentimientos insospechados y palabras guardadas bajo techo en tu cielo trémulo y gris.

Balbuceando apenas el incontenible olor de tu sexo nunca descubierto por las falacias de mi incontenible estupor de mi mirada maltrecha te busco en una esquina y la maldita verdad de todas se escabulle en el horror de mis pensamientos ocultos y tránsfugas, una oportunidad nada en el muro de mis lamentos y la esquiva personalidad de la materia inconclusa se pierde en el laberinto de tu oscuridad intrínseca.

Vengo de la misma canción que algún día te atrevarás a masticar, salto y lo guardo para mí, es un blooper mal dicho y quiero seguir escribiendo en el jardín de tu interminable personalidad, ya estoy cansado y la última gota de energía se escabulle, se piede y termina en el más absoluto olvido.

Estoy cansado, desfallezco, muero otro poco más esta noche, impío de remordimientos inconclusos ya no quiero escribir fatalidades esta noche.

Valgan verdades, estoy peor que ayer y tu recuerdo profundo se esfuma como el último cigarrillo que habré de fumar.

No creas, ya no soy el mismo esta noche, debo terminarlo de una buena vez.

Es el útimo bostezo, ¿quién lo creería?

Chau, tú sabes de quién hablo.

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