Hace algunos días que no escribo para tu buzón
desconozco la razón, no lo sé, esta vez quiero hacerlo por este canal
los años me están cobrando la factura de lo inconcluso
ayer vida sin cargo de conciencia, hoy, algo tarde, se despiden los años
y vuelve la miseria en todo su esplendor
la pérdida de la frescura, carencia creativa, vegetación diaria
levantarse/acicalarse/cambiarse de traje pero no de alma
cargar cruces pesadas, estigma de vida
la chamba irreversible, inhóspita, ruin, condenatoria
correr como un ratón asustado, animal de laboratorio
escapar después de largas horas de encierro laboral
ya suenan las campanas, es un aviso de posible cambio
justo y necesario, espero no tarde, octubre tal vez el milagro con turrón y sangre en la arena
escasas recompensas cotidianas: mis niñas, una buena comida, la película inolvidable
los conciertos fallidos, un osasis de amistad y cariño como el tuyo, extraño destino
las cervezas esporádicas, la alegría es una vieja caja empolvada de aburrimiento
¿la felicidad?, una palabra innombrable, ansiada, extraviada en la memoria
de mis recuerdos lejanos y turbios, asesina cada ilusión imaginaria
debo estar parado en medio de la vida -según David Lebón-
y volteando la cuesta abajo, en la muerte de aquella ola reventada
con mucho que perder y poco que ganar, simplemente sobrevivo, luego desisto
a tres meses y pico para que culmine otro año más en el desaliñado calendario mío
sin embargo soy lo que soy cuando estoy conmigo mismo
en mi soledad te escribo y calmo aunque parezca incierto
estoy aprendiendo a convivir con ello y cerca a los dos años de ruptura
descubrí el raro placer de estar solo y también a padecer la ausencia del hogar que ya se fue
sin mayores palabras subsiguientes que decir, me acuesto en tu mirada y sueño con lo absurdo
nos veremos pronto -si la suerte no es esquiva-, mañana tal vez pronuncie tu nombre nuevamente
y te encontraré en aquella esquina olvidada
en la última banca del boulevard perdido en el tiempo
sin nombre y sin historia
ya van a ser, retirada, mi añorada amiga
la tragicomedia mía debe continuar y no existirá mayor aplauso que el tuyo
en la única butaca de aquel teatrín pobrísimo pero encantador en su esencia
suena el último rocklento envejecido, muerte al blues de tu compañía
parabienes en tu memoria, chau Ivi.
lunes, 13 de septiembre de 2010
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