lunes, 21 de enero de 2013
El Tata
Mirándome a mí mismo como en el espejo ausente de años intrépidos y felices
vago con esta vieja canción -en mi mente- para sostenerme de pronto y en nada
la ópera clásica pero reinventada, única para corazones melómanos de película
soy un polizonte, un ocupante temporal, un pasajero del tiempo sin espacio
prosigo con la herencia de mi Tata contando sus estoicos pasos
desde el barrio jardín charlando con quién se le cruce en el camino no importa
sin distingos, sin clasismos, sin colores, sin edad, sin credo, ni condición social
así era el patriarca -antimaoísta- vivía de acuerdo a su corazón de origen
campesino que respondía a una sensibilidad social -casi socialista-
en su contradicción doctrinaria, así lo recuerdo hasta sus cien años históricos
que la casualidad de esta noche 'remembérica' resultaron en este tributo insospechado
ya estaba imaginando volar hacia otra parte
los juegos de la mente son caprichosos, así me despido con su mirada tierna y sabia
con sus arrugadas manos que escribieron hasta el final de sus días
desde aquel longevo velador en su cuarto subte, mirando hacia el jardín interior
de nuestra entrañable casa, pasamos ocasionalmente con mi tierno gusano
para ver desde afuera, desde el parque (de la mamá Pinta) una vez más
ese clásico mural en la sala de estar -de los cuatro grandes-
pintado por mi hermano Kique como hermoso legado imperecedero
solo la última voz del Tata: " A comer " (sicfan)...
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