ochenta y uno (las promociones oscilantes entre los salones de mis hermanos, cada uno ausente por razones de contrapeso); más de lo que esperaba y los saludos no tan protocolares ni formales -como a mí me gusta-; las ausencias capitales de amigos/as corridos por sus propios intereses o desintereses -¿quién toca ahora?- el gusto de la banda paralela a mi melomanía tocando en la gran casa del anfitrión con las conversas de quién se acuerda de ti -yo sí-; y con mis viejos conocidos por un trago en la mano mientras la tarde muere la noche ya se instaló para que aquellos colegiales de un día en la vida sonrían puerilmente aunque los años ya nos alcanzaron; ya luego me voy, ya luego no olvidaré"...
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