ya no pude dormir, tampoco la Javier Prado será el escenario perfecto para cancelar mi compromiso rayo
acicalado y con el vestuario de último día arranca la agenda con mis dos lunares y con el nuevo miembro
clan partido, pero clan pequeño y al fin; paseo urbaneando por las calles en dos distritos
cústers adormecidas por la semana batalla, asfalto sin sobresaltos (¿si así serían todos los días limeños?)
atravieso el minipark, aún pocos paseantes procurando el desayuno dominical -yo solo tomo fotos-
ya en el ex barrio jardín, ya tocando el timbre por la causa tempranera en la Almudena y su cuadra dos
Alfi me ganó, ellas aún en el backstage perimpolladas de tardanza injusta
deveniendo en herencias matriarcales -indignas de ejemplo-
arrastrando mi hiel recibida en tercera generación, espero hasta la bajada sin escaleras eléctricas
veintitantos minutos 'out of the time' para la partida hacia el regalo prometido -no por navidad, por nosotros-
taxman en charla ejercicio que a mí me encanta, por barrios guapos con historias dejadas atrás
tour en mi voz para los tres ocupantes con minihistorias resumidas en veinte minutos
gracias a la destreza de calle del maestro chofer, sacándole la huaracha al raylle mejor que el Dakar
listos y salvos -porque tiene que ser así y no en travesías irremediables- en el china town Centro de Lima
paseo corto, no tablado, ni con arcas comunales ni casualidades llegados al salón de té desde hace mucho
pues mi viejo nos traía desde muy pequeños para comer los estupendos banquetes de antaño
al grano para el desayuno ofrecido, con platillos al vapor de la herencia cantonesa
-Wong Pac Pen, el patriarca venido desde el continente milenario con huída vía revolución cultural-
ya pues, una variedad de carnes -de cerdo, carne matriz con cocina mágica- más dulces de estribor
sendos vasos chicheros morados -con sabor auténtico de receta familiar- para aplacar el calor
de un verano anunciante como la canción nuevaolera de la rockola chaclacaína
siempre en flashback permanente cuando los sentidos obligan al recuerdo irremediable -un rito obligado-
la cuenta un tanto alargada y delivery de última para su madre que ansía paladear bocaditos como aquel día
león satisfecho, diástole/sístole mejor comunicados por contentos inexplicables que el alma tampoco
la incursión shoppinera de estas mujercitas que no saben lo que quieren (gastar)
regreso hacia la Abancay con micro de leche -75A- que nos lleva hacia la casa de ellas
presentes para los pequeños hobbits, última salida salamanquina por rezagos comestibles
siesta obligada desde hace tanto no descansa el cuerpo ¿o sí, el alma?
la tarde asesina de despido, me alejo de los cordones umbilicales, suerte viajera para un sueño anhelado
comprando en la panadería de la Madrileña para el lonchecito en mi cuartel sin soldados
ya fue el día, ya me introduzco de cierre y cuenta nueva porque mañana será la vuelta hacia la carga sustento
no pienso en el último día ni en el que vendrá, solo en cuatro seres, un pequeño clan, una nueva familia
tratando de juntarse para creer que somos...
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