miércoles, 6 de febrero de 2013

ángel de la tarde

tras la clásica garúa limeña, apesumbrado por la melancolía de los días cotidianos y de la vida misma; llegó la deuda pendiente cómo ángel de la tarde sin aviso, sin alerta; como inesperado eclipse solar al morir la tarde; alegró mi día aburrido, sofocante por el sopor de la onda calórica y de los sueños contenidos; el placer de ver sus ojos sonriendo; su hermosa estampa de musa de antes y después, su mirada clara y sin contratiempos bajan la guardia de cualquier oponente rendido por tan cautivante personalidad, abrazando un poco los años idos en el barrio jardín contra el tiempo asesino, el regalo prometido vino y se fue para la promesa de abril; te esperaré querida amiga, sentado en el paradero de siempre, con el corazón abierto y la mirada puesta en el este...

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